Predicado el 23 de febrero del 2020. Grabación disponible.

Hebreos 2:10

Introducción

Amados hermanos, en Hebreos 1 y parte del capítulo 2 hay una idea muy importante que el autor quiere que recordemos. Quiere que recordemos que nuestro Señor Jesucristo es superior a todas las cosas. Él es grande y majestuoso; es mayor y superior incluso a los ángeles. No hay nadie en grandeza y majestuosidad como el Hijo de Dios. Por eso, la salvación que Él nos da, la debemos cuidar y apreciar mucho. Luego, también aprendemos que el mundo venidero, y no solamente este mundo creado, está bajo el poder del Señor Jesús. Pero de repente el autor nos dice que este Hijo de Dios, quien es Dios mismo, “por la gracia de Dios murió por todos” (2:9). ¿Cómo es posible que el Hijo eterno de Dios muriera por pecadores? Bueno eso es lo que vamos a aprender hoy con base en nuestro texto: Hebreos 2:10.

La muerte del Hijo de Dios convenía al Padre

Por lo general la gente que no conoce la Biblia dice que Jesús murió por ellos. Pero no saben por qué ni para qué. Piensan en la muerte del Hijo de Dios como un hecho aislado de todo lo demás y que, casi como por arte de magia, esa muerte es buena para la gente. Pero en la Biblia encontramos, hermanos, la verdadera razón o razones de su muerte por nosotros. Aquí aprenderemos algunas de ellas.

Nuestro texto empieza diciendo: “Porque convenía a aquel”.

Esta es una tremenda declaración que nos da a conocer la causa de la muerte del Hijo de Dios para nuestra salvación. ¿Por qué murió nuestro Señor Jesucristo? “Porque convenía” que así fuese. Pero, ¿por qué? ¿A quién le convenía? El texto no lo dice explícitamente, pero uno puede entender que se refiere al Padre. Le convino al Padre que su Hijo muriera por nosotros hermanos. Esto es algo impresionante. Veamos por qué. Primeramente, convenir aquí significa que era lo apropiado, lo justo, lo correcto, lo adecuado. Nosotros nos sentimos tentados a preguntar: ¿Convenía que el Hijo santo de Dios muriera de una muerte tan cruel por pecadores como nosotros? A nosotros no nos parece conveniente. Pero a Dios Padre sí, y por eso le agradecemos infinitamente, porque de otra manera nunca hubiéramos sido salvos.

Amados hermanos, aquí vemos el gran amor, la bondad, la misericordia del Padre expresada hacia los pecadores que no merecemos nada de eso. Y como convenía a Dios Padre, quiere decir que salió de su corazón, brotó de su ser sin que nadie lo obligara sino su mismo amor y gracia. A veces nosotros leemos ciertos pasajes de la Biblia y nos sentimos tentados a decir que no es conveniente lo que Dios dice o manda. Nos quejamos y quisiéramos corregir a Dios. Pensamos: ¡Oh si tan sólo Dios se diera cuenta de que esto en realidad no es conveniente! Queremos decirle a Dios lo que le conviene. Pero a pesar de nosotros e incluso para nuestro propio bien sin merecerlo, lo conveniente de Dios lo declara Él mismo. Y aquí es un clarísimo ejemplo de que convenía al Padre que su Hijo muriera por nosotros. Sí, hermanos, que muriera por nosotros. ¡Ojalá que aquí no le digamos a Dios que no era conveniente porque entonces ya no tendríamos ninguna esperanza de salvación! Lo que conviene a Dios es lo mejor para nosotros. No dudemos de lo que Dios ha planeado para nuestra salvación.

Además, el autor de Hebreos describe a Dios Padre así: “a aquel por cuya causa son todas las cosas”. Es decir, Dios Padre es el Creador de todas las cosas. Todas las cosas provienen de Él y son para Él, para su gloria. Es bueno saber que el Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, también ha planeado en la eternidad nuestra propia salvación. ¿Habrá mejor garantía que saber que el Dios creador ha diseñado nuestra salvación?

Nuestro texto también describe a Dios Padre como “por quien todas las cosas subsisten”. Es decir, que Dios Padre no solamente ha creado todas las cosas, sino que las sustenta, las mantiene, las preserva. No es un Dios que creó y abandonó su creación, sino que está cerca de ella, es más, la tiene en sus manos. Particularmente, esto es importante de saber porque Dios Padre también ha creado la salvación de su pueblo en la eternidad, y en el tiempo y la historia nos preserva en su salvación. Sí, hermanos, este es el Dios que ha diseñado una salvación tan grande para nosotros. ¿No deberíamos alabarlo y agradecerle siempre?

El propósito eterno del Padre para sus hijos

Observemos ahora, amados hermanos, que el autor de Hebreos no se detiene en describirnos al Padre como creador y sustentador, sino que además nos revela su propósito al salvarnos por medio de su Hijo: “habiendo de llevar muchos hijos a la gloria”. He ahí el maravilloso propósito. Es con razón que en la Biblia leemos que la salvación le pertenece a Dios de principio a fin. Dios inicia la buena obra en nosotros, pero no la abandonará sino que la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6). Noten que en su plan eterno Dios tiene el propósito de “llevar muchos hijos a la gloria”. Y si este gran Dios y Padre ha decretado en la eternidad (2 Timoteo 1:9) llevar a sus hijos a la gloria, ¿quién frustrará su propósito? ¿Habrá alguien que anule lo que Dios ha decretado hacer? (Números 23:19).

Asimismo observen que la acción de llevar conlleva la idea de que Dios cuidará y protegerá nuestro peregrinar por este mundo en cada momento. Dios nunca nos dejará ni desamparará (Josué 1:5; Hebreos 13:5). Nuestro Dios no es uno que se canse, uno que se olvide, que se duerma o adormezca (Salmo 121). El Salmo 48:14 nos recuerda: “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte”. ¡Qué glorioso es saber esto hermanos!

Por otro lado, el texto nos dice que Dios llevará “muchos hijos” a la gloria. Esto nos recuerda que muchos son los que han creído de corazón en el Hijo de Dios y tienen a Dios como su Padre. Los cristianos son muchos, y en el cielo habrá “una gran multitud, la cual nadie podrá contar” (Apocalipsis 7:9). Habrá judíos y gentiles, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas. Esto nos levanta el ánimo porque sabemos que pertenecemos al cuerpo de Cristo que es muy numeroso, y que muchos están peregrinando en este mundo, al igual que nosotros, a la gloria de Dios. La gloria de Dios se refiere a que estaremos en la presencia misma de Dios y podremos contemplar su majestad, su grandeza, y estaremos unidos de la manera más gloriosa con nuestro Señor Jesucristo.

La manera de la salvación de los hijos de Dios

Por último, nuestro texto nos dice cómo Dios Padre trató a su Hijo, nuestro Salvador. Dice que el Padre, para llevarnos a la gloria, iba a “perfeccionar por aflicciones al autor de la salvación de ellos”. Primeramente observen que el gran amor de Dios por nosotros se manifestó en que nos dio lo más precioso de Él mismo, su Hijo eterno. ¿Quién es el autor de la salvación de los creyentes? El Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Generalmente la gente piensa que Dios Padre no tiene nada que ver con la salvación, pero la Biblia enseña lo contrario. El Padre es la fuente de nuestra salvación. Su amor, su gracia y su misericordia se manifestaron al darnos a su propio amado Hijo. Nos dio lo más valioso y precioso de Él.

Noten que el Padre iba a perfeccionar a su Hijo por aflicciones. Es decir, iba a someter a su Hijo, en su naturaleza humana, a las humillaciones que todos los seres humanos experimentamos por nuestro pecado, aunque Él nunca tuvo pecado. El Hijo se auto-sometió a una vida de sufrimiento para llegar a ser el perfecto Salvador del pueblo de Dios. El Hijo eterno de Dios no merecía sufrir, pero lo hizo por amor a los elegidos de Dios. El Hijo eterno y santo, el que nunca hizo algo malo, el que nunca dijo algo malo, el que siempre obedeció, fue sometido a una vida de aflicción. Y si el Padre sometió a su propio Hijo a este perfeccionamiento para ser nuestro Salvador, ¿será que no nos salvará hasta el final? (Romanos 8:32).

El autor de Hebreos describe al Hijo de Dios como el “autor de nuestra salvación”. El Hijo de Dios es el autor, el líder, el caudillo, el príncipe de nuestra salvación (Hechos 5:31; Hebreos 12:2), el que se adelantó para recorrer el camino, y luego nos toma de la mano para caminar con Él y llevarnos así a la gloria. O sea que no podemos llegar a la gloria de Dios, no podemos ser hijos de Dios, no podemos ser salvos aparte del Señor Jesucristo. Si piensas que puedes salvarte por medio de tus buenas obras, por medio de no hacerle daño a nadie, por portarte bien, por ayudar a los demás, debes saber que estás fuera de la salvación porque la única manera de ser salvo es por medio del Hijo de Dios, por medio de su obra de sufrimiento, de muerte en la cruz y por su gloriosa resurrección.

Conclusión

En nuestro texto, hermanos, vemos cómo el Padre y el Hijo trabajan juntos para nuestra salvación y para llevarnos a la gloria eterna. Al Padre le convino tratar a su Hijo sometiéndole al dolor, aflicción y sufrimiento. Nunca podremos comprender ese amor tan grande de Dios, pero sí podemos entender que aparte de su Hijo no hay posibilidad de salvación. ¿Quieres llegar a la gloria eterna? ¿Quieres ser salvo? El autor de la salvación es nuestro Señor Jesucristo. Amén.