(Predicado en la Iglesia Reformada Valle de Gracia el 8 de marzo del 2020. Grabación disponible.)

Salmo 117

“En este salmo se manda a todas las naciones a alabar a Jehová”

Introducción

Amados hermanos, el Salmo 117 es el salmo más corto de todos los salmos y el capítulo más corto de toda la Biblia. Al mismo tiempo, pareciera como si se encontrara en el centro, en el corazón de la Biblia misma, pero lo más sorprendente es el mensaje poderoso que contiene. La brevedad del salmo en nada disminuye lo grandioso de su mensaje. Esto nos recuerda que cada libro, cada capítulo y cada versículo de la Biblia es la Palabra de Dios, y a cada uno de ellos debemos prestarle mucha atención. Veamos cómo en nuestro Salmo se contiene un gran y profundo mensaje, al grado tal, que nos incluye a nosotros y a todo al resto del mundo como también  toda la historia de la humanidad en la alabanza a Dios.

Una exhortación a todas las naciones a alabar a Jehová (v. 1)

El v. 1 inicia con una exhortación o llamado a alabar a Jehová. Alabar a Dios significa exaltarlo, tributarle alabanza, reconocer que es grande y poderoso, recordar y celebrar con alegría todo lo que Él es y lo que ha hecho y hará por y para su pueblo. El Señor creó al pueblo de Israel para alabar a Dios. Una y otra vez leemos a través de todo el Antiguo Testamento, y particularmente aquí en el libro de los Salmos, que al pueblo de Dios se le invita, se le exhorta, se le llama o se le manda alabar a Dios. Hay muchas razones para alabar a Dios. Una de ellas es porque Él escogió a Israel para ser su pueblo especial. Otra es porque los defendió de sus enemigos. Y la más importante es que en Isaías 43:7 el Señor dice: “para gloria mía los he creado”. Además, el Salmo 145:3 nos recuerda que “Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza”.

Otra cosa interesante que vemos aquí es que hay una exhortación a alabar a Dios, pero el salmista usa el nombre Jehová. Jehová es el nombre de Dios que nos recuerda que Dios es el Dios de la vida, pero especialmente de la nueva vida, de la salvación que ha dado a su pueblo. También este nombre nos recuerda que Dios está íntimamente conectado al pacto que estableció con su pueblo, dando a entender Jehová es el Dios del pacto. Es decir, el Dios fiel, el Dios que siempre cumplirá sus promesas y que incluso permanece fiel aunque su pueblo sea muchas veces infiel.

Pero inmediatamente el texto pasa a decir algo sorprendente. Sorprendente no solo para nosotros, sino de manera particular para el pueblo de Israel, para los judíos, ya que dice: “Alabad a Jehová, naciones todas”. Sí, todas las naciones, no solamente algunas, sino todas las naciones. Esto llegó a ser sorprendente para muchos judíos, aunque no para todos. Para los judíos de corazón, para los judíos en lo interior, en el espíritu (Romanos 3:28-29), es decir, los judíos que se sometían al pacto y abrazaban la promesa de un Salvador universal, esto era lo más natural. Pero para los judíos que llegaron a considerarse como especiales en sí mismos, y que por eso Dios los escogió, y que a todas las demás naciones Dios las había rechazado, y nunca tendrían esperanza de salvación, estas palabras son muy sorprendentes. Son muy sorprendentes y chocantes porque no podían creer y mucho menos aceptar que gentes de otras naciones también iban, junto con ellos, a alabar a Dios.

La expresión “naciones todas” también se puede leer diciendo: “gentiles todos”. Es decir, gentes de todas las naciones que hay en el mundo, personas de todo tipo de raza, ya sean orientales, occidentales, asiáticos, americanos, australianos, africanos. No hay acepción de naciones delante de Dios, sino que todas están incluidas en esta alabanza a Jehová.

Esto queda confirmado por la repetición que hace la segunda parte del versículo uno al decir: “pueblos todos, alabadle”. Esta segunda estrofa del v. 1 repite y al mismo tiempo explica un poco mejor la primera estrofa. Por naciones uno puede entender las naciones en general, como cuando vemos las naciones en un mapa mundial. Y eso está bien. Pero cuando dice “pueblos todos”, parece que comunica la idea de que no solamente las naciones en un sentido oficial o general deben alabar a Dios, sino incluso los pueblos, es decir, las diferentes razas que se encuentran incluso dentro de una misma nación, los diferentes grupos de personas, incluso aquellos que en una nación a veces son odiados por los demás, incluso aquellos que son despreciados, incluso aquellos que son ignorados; todas las personas de todas las posiciones, de todas las culturas, de toda región, de toda lengua, de toda ocupación, de toda educación, de cualquier clase que sea, todos ellos están incluidos en este llamado de alabar a Jehová.

¿Qué nos enseña esto de Jehová nuestro Dios? Muchas cosas. Mencionemos solamente algunas:

Primero, el Señor es el Creador de todas las naciones, quien merece ser alabado por todas las naciones. Dios no sólo es el Creador de Israel, sino de todo el mundo.

Segundo, el Señor es uno que demanda alabanza universal. Su demanda y llamado de alabarle no se restringe a una sola nación, sino que se extiende a todo el mundo.

Tercero, el propósito del Señor al escoger a Israel era, que por medio de ellos, todas las naciones serían llamadas e incluso salvadas para alabar a Dios. Esto se cumplió por medio del cumplimiento de la gran promesa que Dios dio a Abraham en el libro de Génesis, capítulo 12, donde se dice que por medio de Abraham, especialmente por medio del Hijo prometido, todas las naciones serían benditas.

Cuarto, el Señor del Antiguo Testamento es el mismo Dios que nos envió a su Hijo Jesucristo para que por medio de Él ahora nosotros los gentiles podamos alabar a Dios. Por lo tanto, significa que siempre, hermanos, estuvimos en el corazón de Dios. Ya Él nos había escogido desde antes de la fundación del mundo para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9-10).

Todo esto es cierto porque el apóstol Pablo en Romanos 15:11 cita el Salmo 117 para demostrar que por medio de Cristo Jesús los gentiles iban a glorificar a Dios por su misericordia. Así lo dice Pablo: “Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, y magnificadle todos los pueblos”. Esto quiere decir, una vez más, que ya en el Antiguo Testamento vemos presente el evangelio de la salvación. Vemos que el Antiguo Testamento habla ya del Señor Jesucristo. ¿No es esto maravilloso?

Las razones para que las naciones alaben a Jehová (v. 2)

¿Pero por qué Israel y todas las naciones son llamados a alabar a Jehová? El v. 2 nos da la razón: “Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre”. Aquí vemos dos razones: la misericordia y la fidelidad de Jehová. Tratemos de entender estos majestuosos atributos de Dios.

Primero, la forma en que el salmista lo dice es muy importante. No solamente dice “por la misericordia de Jehová”, sino “porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia”. La misericordia en el Antiguo Testamento significa el amor firme, estable y perpetuo de Dios sobre su pueblo. Es decir, Dios se compadeció del pueblo de Israel al verlo en su miseria y lo rescató de su miseria, los hizo su pueblo y estableció con ellos un pacto por el cual se comprometió para amar eternamente a su pueblo. Dios se auto-obligó a amar para siempre a su pueblo. La misericordia firme y constante de Dios. Por eso Lamentaciones 3:22 dice: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias”. Pero el salmista dice que la misericordia “se ha engrandecido sobre nosotros”. O sea que la misericordia de Dios no se agotó cuando decidió escoger a Israel como su pueblo, sino que desde entonces esa misericordia se ha hecho más grande, más abundante. No deja de fluir hacia el pueblo de Dios. La misericordia de Dios es infinita.

Es interesante que el salmista en el v. 1 ha exhortado a todas las naciones alabar a Dios, y ahora diga que Jehová engrandecido “sobre nosotros su misericordia”. Esto, en primer lugar, se aplica al pueblo de Israel, es decir, Dios ha engrandecido su misericordia sobre el pueblo de Israel, y eso ellos lo sabían muy bien. Pero lo impactante aquí es que debido a que en el v. 1 se menciona a todas las naciones, entonces la misericordia de Dios se han engrandecido sobre todas esas naciones. Pero, ¿cómo? ¿Si ellas todavía no estaban dentro del alcance de la salvación? Buena pregunta.

Brevemente podemos responder así: ya en el Antiguo Testamento vemos ejemplos de gentiles que una y otra vez fueron incluidos dentro del pueblo de Dios. Para empezar, Abraham el padre de los hebreos era un gentil, era un arameo. Segundo, vemos que Abraham tuvo sirvientes quienes también eran gentiles y ellos quedaron dentro de las bendiciones del pacto establecido con Abraham. Luego leemos de muchos gentiles (Éxodo 13:38) que subieron con el pueblo de Israel cuando salieron de Egipto, los cuales decidieron unirse al pueblo de Dios. Luego leemos de Rahab, la gentil de Jericó; luego leemos de Rut, la moabita, y así podemos citar muchos más ejemplos. Es decir, ya en el Antiguo Testamento vemos que Dios había engrandecido su misericordia también sobre las naciones que estaban representadas por medio de estos gentiles que se incorporaron al pueblo de Dios.

También podemos responder diciendo que Dios ha engrandecido su misericordia sobre todas las naciones por medio de su promesa de enviar un Salvador que los iba a salvar de sus pecados, los iba a salvar y los uniría a su pueblo compuesto ahora de judíos y gentiles. En promesa, por así decirlo, ya todas las naciones y todos los pueblos habían experimentado la misericordia de Dios.

La segunda razón para que todas las naciones alaben a Jehová es su fidelidad. Aquí nuevamente, el salmista no solamente dice: alaben a Jehová por su fidelidad, sino que dice “y la fidelidad de Jehová es para siempre”. La fidelidad de Dios se refiere a su compromiso de ser nuestro Dios eternamente y para siempre, se refiere a que nunca se retractará o arrepentirá de ser nuestro Dios y Salvador. Pero también contiene la idea de que Dios es veraz, es decir, todo lo que dice es verdad. Su verdad es eterna. Él mismo es la verdad, y por lo tanto será nuestro Dios y Salvador desde ahora y para siempre. Su fidelidad y su verdad son para siempre, nunca terminan. Esto también quiere decir que su misericordia, ese amor estable es eterno.

Noten qué hermosa combinación de estos dos atributos de Dios. La misericordia de Dios es muy grande, pero su misericordia siempre está de acuerdo con su verdad. Nunca irá en contra de sí mismo, sino siempre en concordia con el ser mismo de Dios. Esto es para que entendamos que la verdad de la misericordia de Dios consiste en que Él nos ha amado según su gracia, según su bondad, según su amor, y no según nuestras buenas obras, o nuestra buena conducta, o porque hicimos méritos para que nos salve. Además su verdad consiste en que solamente por medio de su Hijo Jesucristo podemos ser salvos, nunca aparte de Él. Además su verdad consiste en que aquellos que ha salvado misericordiosamente se alejarán del pecado y vivirán en santidad. Nunca la misericordia de Dios choca con su verdad. Nunca podemos decir que Dios es misericordioso a costa de su verdad. Esto quiere decir que Dios es soberano porque engrandece su misericordia sobre nosotros conforme Él mismo lo ha planeado desde toda la eternidad hermanos.

Conclusión El salmo termina diciendo: “Aleluya” que significa “alabad a Jehová”. Empieza exhortándonos a alabar a Dios y termina exhortándonos con alabar al Señor. Es que el fin principal del ser humano es glorificar a Dios eternamente y para siempre. Para eso hemos sido creados. ¿Cómo nosotros los gentiles ahora podemos alabar a Dios? ¿Cómo es que tú y yo ahora podemos alabar a Dios? Por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así lo dice Pablo en Romanos 15:8-9: “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia”. Sólo en Cristo, todas las naciones pueden alabar al Señor. Tú y yo al igual que los israelitas no merecíamos que Dios tuviera misericordia de nosotros y que nos diera su verdad. Pero en esto se mostró el gran amor de Dios, en que siendo aún pecadores, Cristo, su Hijo, murió por nosotros hermanos. Cristo Jesús es la misericordia y la fidelidad de Dios encarnada, Él es la misericordia de Dios en toda su belleza, Él es la verdad misma, y solamente por Él tenemos acceso y lugar dentro del pueblo de Dios para alabarlo por su misericordia y su verdad. ¡Mucho, hermanos, se ha engrandecido la misericordia de Dios sobre nosotros! ¡Muy bendecidos somos de tener la verdad de Dios revelada en su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador, como también en la Escritura! Alabemos al Señor. Amén.