Autor: Howard Hart

Traducido por Martín Bobadilla y revisado por Valentín Alpuche

(artículo tomado de la revista “Reformed Herald” [El Heraldo Reformado] con el debido permiso)

“Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:40,52).

Lo que quiero lograr en esta presentación es esto: “Jesús tuvo un crecimiento físico y emocional normal como un niño judío de doce años”. Lucas lo llama “el niño Jesús” (Lucas 2:43), Jesús fue un niño real. No fue la creación de Gepetto (el “padre” de Pinocho) o la ficción de algún iluminado moderno. En Lucas encontramos que Jesús como niño fue estudiante, progresó en sus relaciones, fue justo, fue autoconsciente de su lugar en la vida, entendió su relación con Dios su Padre, creció físicamente, creció en sabiduría y creció en favor con la gente y con su Padre en los cielos. Jesús se desarrolló en su naturaleza humana. Se nos dice en la Escritura que debemos seguirlo y aprender de Él (ver Mateo 11:19; Juan 13:13-15). “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”.

Ahora bien, al hacernos la pregunta, “¿Quién eres tú, Jesús de Nazaret?”, tenemos que reconocer que Colosenses 2:9 declara: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Jesús tiene dos naturalezas –humana y divina. Debe notarse que lo que pertenezca a cualquiera de las dos naturalezas pertenece a su Persona. Trataré de presentar eso, si Dios quiere, en un artículo futuro. Pero por ahora, consideremos (Lucas 2:44) a Jesús como un estudiante de secundaria.

Rápidamente, sé que quieren saber por qué Jesús se quedó Jerusalén sin el conocimiento de sus padres. Jesús había completado su Bar Mitzvá (el paso de la adolescencia a la adultez entre los muchachos judíos) a los 12 años. Ha alcanzado la edad de la madurez y la mayoría de edad. Ahora es un miembro adulto del pacto de Israel. Sus padres creen que está con algún otro miembro de la familia. Piensan que está en la caravana entre sus parientes y amigos (Lucas 2:44). La gente no viajaba sola en aquellos días —había muchos asaltantes en el camino. Sé que hemos visto muchas imágenes de María y José viajando solos a Belén en tarjetas de navidad y en libros para colorear. Pero ése no fue el caso. De ahí la confusión de dónde estaba. Estaba solo y no hizo el viaje.

Miremos la vida emocional y física del niño Jesús.

Primero: Jesús fue una verdadera persona individual que tuvo 12 años (Lucas 1:1-4). Podemos confiar en Lucas, quien pudo haber hablado con María, sobre los detalles que tenemos en Lucas dos. Al menos sabemos que habló con un testigo ocular y tenía registros y cronologías que explicaban y registraban los eventos del Salvador. Lo que escribió eran hechos históricos en el tiempo y el espacio del primer siglo de Israel.

Segundo: Creció físicamente (Lucas 2:50). Había crecido en estatura. Como el hijo de un carpintero, habría aprendido ese oficio. En el primer siglo los carpinteros trabajaban con piedra y madera. Las manos de Jesús con cicatrices y la parte fuerte superior del cuerpo reflejarían ese tipo de trabajo. Jesús habría aprendido cómo ser capaz de diseñar arados y horquillas, también grandes estructuras como graneros de madera y casas de piedra. Como semita del cercano oriente no sería muy alto. Su tez probablemente sería morena clara con ojos cafés y cabello obscuro. 

Tercero: Nuestro Señor fue un estudiante de la Escritura (Lucas 2:46-47). Jesús a los 12 años confundía a los doctores de la ley tanto con sus preguntas y con sus respuestas. He notado que un estudiante de secundaria prefiere pensar las cosas por sí mismo. Hacer preguntas es parte de su formación. A esa edad se puede memorizar bien. Y encontramos que son brutalmente francos. Para Jesús tener doce años significa que ahora es un adulto. Había sido preparado para eso desde los tres años de edad. La preparación para establecer por sí mismo un conjunto de creencias y forma de vida con valores espirituales y morales comenzaba a los tres años. Se le habría dado un manto de oración con borlas para recordar los diez mandamientos (Deuteronomio 22:12; Números 15:38-41). Oraciones pequeñas para recitar al despertar en la mañana: “Señor, que me  levante como un León para servirte”.

A los cinco años, sus padres le enseñarían parte de la Ley. En la sinagoga escucharía la lectura de los rollos sagrados. Jesús aprendería a recitar el Shemá, “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es (Deuteronomio 6:4). Comenzarían las lecciones sobre el Talmud (el cuerpo autoritativo de la tradición judía) y las Diez Palabras.

A los 10 años, Jesús estudiaría la Misná (las interpretaciones rabínicas tradicionales de la ley). Memorizar muchos Salmos, especialmente los Salmos de Hillel (Salmos 114-127), sería un ejercicio cotidiano.

A los 12 años, Jesús comenzaría a usar las filacterias en su frente y en su mano izquierda. Estas son dos tubos huecos que incluyen una copia de los diez mandamientos. Esta es la época de la madurez y mayoría de edad. Ahora tiene la responsabilidad de ser un miembro adulto de la comunidad del pacto del pueblo elegido de Dios.

Cuarto: Jesús progresó. Él “crecía en gracia para con Dios y los hombres”. La palabra “crecía” aquí tiene la connotación de una actividad gradual de cada día. No sólo creció en estatura, sino también crecía en sabiduría (Lucas 2:52). La sabiduría es la habilidad para entender la aplicación de la verdad a una situación dada. Nuestro Señor fue capaz de aplicar los textos sagrados a su vida y a la vida de otros. Nota cómo confrontó al diablo con la Escritura al principio mismo de su ministerio (Lucas 4). También crecía en favor con Dios y con los hombres. Debemos notar aquí que Hebreos 4:15, como otros textos, declaran que su desarrollo fue sin pecado. Desde el principio hasta el fin de su progreso no tuvo ningún impedimento por el pecado, ya sea heredado o adquirido. Vivió en armonía con la ley en sus pensamientos, voluntad, emociones y autoconsciencia. Dios, en al menos tres ocasiones, dijo de Él: “Este es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia”. Dios estuvo complacido con su Hijo unigénito (Mateo 3:17, 12:18, 17:15; Lucas 3:22, 9:35). Luego se nos ordena “escucharlo”. La gente con que Jesús estuvo en contacto en Nazaret también estaba complacida con Él. Jesús fue un chico cálido, simpático, comprensivo, amoroso y cariñoso. El Salvador fue un buen amigo y compañero. Amó a la gente. El Señor dijo de sí mismo que era “manso y humilde de corazón”. Él es humilde, no débil. No era un aguado, aburrido o simplista. Jesús no pecó contra sus amigos. Nuestro Señor estuvo sujeto a todas nuestras emociones pero sin pecar. Fue tentado en todos las cosas como nosotros pero nunca falló, permaneció puro (Hebreos 2:17-18, 4:14-16). Se conmovería ante la muerte de alguien y lloraría. (Juan 11:33,36,38). Era conocido como alguien que anduvo haciendo bienes (Hechos 10:38).

Quinto: Jesús obedecía rectamente a sus padres terrenales (Lucas 2:51). Les obedecía incluso cuando ellos estaban mal y cometían errores –como dice el catecismo de Heidelberg que debemos “soportar pacientemente sus debilidades” cuando trata sobre el quinto mandamiento (Catecismo de Heidelberg pregunta 104). Como niño, Jesús honró a María su madre incluso cuando estaba equivocada al regañarlo.

Seis: Jesús fue consciente de su trabajo. Sería carpintero hasta que tuviera 30 años. Cada niño hebreo tenía que aprender un oficio o trabajar con sus manos. Incluso el erudito maestro Saulo (Pablo) aprendió cómo fabricar carpas. El niño Jesús dijo a sus padres que debía estar en los negocios de su Padre (Lucas 2:49). Comprendió que era un judío –como nosotros debemos darnos cuenta que somos cristianos y saber lo que significa para nuestra vida y fe. A veces preguntamos a los niños, “¿Qué quieres ser cuando seas grande?” Yo quería ser un policía o estar en el ejército. Parte de ello se hizo realidad –nunca esperé que un niño despreocupado se convirtiera en ministro.

He mantenido por cierto número de años que la mayoría de los jóvenes en nuestra era presente no saben en quién confiar, no saben a dónde quieren ir en la vida. Tener una relación con el niño de Nazaret solucionará todo eso.

Séptimo: Jesús conocía su relación con el Padre en los cielos. “Los negocios de mi padre” (Lucas 2:49). Jesús podía llamar a Dios, “Padre”. Más tarde en la vida se puede ver esa relación en sus bellas oraciones (Juan 17:1-26; Lucas 22:39-43, Marcos 1:35; Mateo 6:7-13). El Padre de Jesús podía decir: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Parte del “negocio” del Padre fue la cruz. “Porque de tal manera amó Dios al mundo que…” El Padre en los cielos nos amó tanto como hijos e hijas que envió a Jesús al horror de la cruz. Jesús nos amó tanto que soportó la cruz. Es nuestro Sumo Sacerdote que se sacrificó por nosotros (Hebreos 4:14).

La Biblia nos dice que debemos seguir al Señor Jesús. Tengan paciencia conmigo y lean los siguientes versículos del Texto Sagrado:

Jesús dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mateo 11:29).

Jesús dijo: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15).

Pablo el apóstol dijo: “para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29).

“Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3:27).

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Efesios 4:13).

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5).

“Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó” (Colosenses 3:10).

“Cristo…, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21).

Juan el apóstol dice: “Sabemos que Cristo dio su vida por nosotros, debemos dar nuestras vidas por los hermanos”.

Todo lo anterior son palabras maravillosas, descripciones vívidas pintadas por los apóstoles en que la obra y la actitud de los cristianos están representadas. Ahora, hijos del pacto, déjenme hacerles una pregunta. ¿Con quién te identificas? ¿Te identificas con un asesino de juegos de mesa –una estrella de rock profesional, una estrella del rap– la hermosa gente de Hollywood —una gran figura de los deportes? Debemos identificarnos con Jesús el Cristo. Niños, recuerden que Jesús vivió como un bebito, como un niñito, como un adolescente, como un hombre joven y como un hombre maduro. Conoce nuestras tentaciones. Fue tentado en todas las cosas como nosotros. Él los entiende. Él no pecó (Hebreos 4:14-16). Puedes venir a Él y orarle para que te ayude y para que te entienda en cualquier situación. Jesús dice: “venid a mí y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). Jesús perdona a los pecadores. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).