Eliseo y los hijos de los profetas

2 Reyes 6:1-7

6/5/16

Rev. Valentín Alpuche

 

INTRODUCCIÓN

Pueblo de la santa alianza de Dios, el día de hoy quiero compartirles la Palabra de Dios proveniente de 2 Reyes 6:1-7. Para muchos es un pasaje familiar, pero tal vez para otros no. Así que vamos a leer este pasaje:

1 Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho.

2 Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad.

3 Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él respondió yo iré.

4 Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera.

5 Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, Señor mío, era prestada!

6 El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro.

7 Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.

 

Hasta aquí la lectura de la Palabra infalible de Dios. Que Dios nos bendiga, exhorte y consuele por medio de su Palabra.

 

Hermanos, como con cualquier pasaje de la Biblia, no lo podemos entender a menos que lo veamos dentro de su contexto, es decir, dónde se encuentra ubicado en la Biblia, lo que viene antes y lo que viene después. Otra pregunta que nos hacemos es: ¿cómo este pasaje puede hablarnos a nosotros el día de hoy? Tenemos que recordar que, de acuerdo a 2 Timoteo 3:16-17: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Así pues, 2 Reyes 6:1-7 será de mucha bendición para nosotros y nos preparará para toda buena obra.

 

CUERPO DEL SERMÓN

Al mirar el contexto, notamos que este pasaje nos habla de Eliseo y los hijos de los profetas. Eliseo era un profeta muy importante que, como leemos en 2 Reyes 2, llegó a ser el sucesor del gran profeta Elías. Además al seguir leyendo nos damos cuenta de varios eventos milagrosos que Eliseo realizó durante su ministerio en Israel. Por ejemplo, en el capítulo 2 leemos que Eliseo purificó las aguas malas para beneficio de todos los profetas. En el capítulo 4 leemos que Eliseo multiplicó el aceite de una viuda, de las mujeres de los hijos de los profetas, para que ella pudiera pagar su deuda y seguir viviendo. Luego en el capítulo 5 leemos cómo Eliseo sana la lepra de Naamán, general del ejército del rey de Siria. Después de nuestro pasaje, vemos que Eliseo continuó realizando eventos milagrosos al informar al rey Joram de Israel acerca de los planes de su enemigo, el rey de Siria. En fin, nuestro pasaje se ubica en medio de muchos milagros realizados por Eliseo, el profeta de Dios.

 

Por otro lado, es muy importante conocer el tiempo y las circunstancias en que vivió el profeta Eliseo. Él vivió durante el reinado de tres reyes del reino del norte, tres reyes malvados que no se apartaron del pecado de sus padres, y que provocaron a ira a Jehová Dios de Israel con sus maldades. Religiosa y políticamente el reino del norte vivía en tiempos turbulentos y difíciles, que al final los llevaron a la destrucción y a la cautividad. Era un tiempo en que el verdadero pueblo de Dios, el pueblo fiel al santo pacto de Dios, sufría en medio de una nación apóstata y rebelde, que se había apartado del Dios verdadero para ir tras el pecado de la idolatría, la desobediencia y la inmoralidad.

 

Pero es en medio de este tiempo y circunstancias de apostasía y perversión, que Dios estaba usando de una manera singular a su profeta, el profeta Eliseo. Cuando el pecado abundaba, sobreabundaba la gracia de Dios (Romanos 5:20). Jehová el Dios del pacto es siempre fiel a su pueblo, aun cuando la gran mayoría de ellos estén viviendo en abierta rebelión. Dios nunca abandonó a su verdadero pueblo, sino que su gracia soberana siempre fue suficiente para que ellos vivieran fielmente al santo pacto de Dios en medio de la maldad. Y esta es la primera lección que podemos aprender y aplicar a nuestras vidas el día de hoy en base a nuestro pasaje: aun en medio de una nación apóstata y rebelde, Dios usará a su pueblo para hacer grandes obras que glorifiquen su nombre y edifiquen a su iglesia.

 

En 2 Reyes 6:1 leemos: Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. ¿Quiénes eran “los hijos de los profetas”? Eran un grupo de hombres fieles a Dios que eran instruidos y guiados por un profeta importante para preservar puro el pacto de Dios con Israel y para servir al pueblo de Dios bajo la dirección de su profeta líder. Era una orden, banda, o compañía de profetas. La mención más temprana de esta orden de profetas la encontramos en 1 Samuel 10:5. Nuevamente se les menciona en 1 Samuel 19:20 y en otros pasajes en el Antiguo Testamento. Más importante para nuestro sermón hoy, a los hijos de los profetas se les menciona varias veces desde 2 Reyes 2 hasta nuestro pasaje. Por ejemplo, cuando Elías fue llevado al cielo en el capítulo 2, leemos varias veces, en diferentes lugares, acerca de los hijos de los profetas. En 2 Reyes 2:3 leemos que había hijos de los profetas en Bet-el; de 2:5 aprendemos que también había hijos de los profetas en Jericó. Luego en 2 Reyes 4:1-7 leemos acerca de un mujer viuda, que era de las mujeres de los hijos de los profetas. Después en 4:38-44 Eliseo realizó un milagro a favor de los hijos de los profetas, al quitarle el veneno a la comida. Y finalmente los encontramos en nuestro propio pasaje.

 

Pero no solamente leemos sobre los hijos de los profetas otra vez en nuestro pasaje, sino que el pasaje nos dice que el Dios del pacto estaba aumentando el número de este remanente fiel en una nación apóstata. Esto lo podemos entender del versículo 1 que relata que los hijos de los profetas le dicen al profeta Eliseo que el lugar donde ellos moraban, donde ellos residían, ya era estrecho, y necesitaban buscar uno más grande. Este crecimiento sorprendente del pueblo de Dios es importante de notar, en vista de los tiempos y las circunstancias religioso-políticas en que ellos vivían. Pero es incluso más sorprendente cuando recordamos que la madre de Joram, Jezabel, unos años antes había intentado exterminar a todos los profetas de Jehová. Esto lo leemos explícitamente en 1 Reyes 18:4 que dice: Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua. Había un propósito determinado de destruir al pueblo de Dios. Tan dura y atroz fue la persecución del pueblo de Dios, que incluso el gran profeta Elías en 1 Reyes 19:10 responde a Jehová: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.

 

Así es como pensamos los hombres cuando vemos apostasía y persecución de cristianos en el mundo: creemos que seremos totalmente exterminados. Pero la respuesta divina le dijo a Elías en 1 Reyes 19:18: Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron. De esos miles, muchos habían en el campamento con el profeta Eliseo, y además el número seguía creciendo. Y esta es la segunda lección que podemos aprender de nuestro pasaje: el Dios fiel al pacto siempre protegerá a su pueblo, y además en medio de la persecución más temible, lo hará crecer. El pueblo de Dios, la iglesia de nuestro Señor Jesucristo es invencible porque está siendo gobernada, instruida y protegida por Dios mismo, y además el Señor Jesús ha prometido en Mateo 16:18 que ni las puertas del mismo infierno podrán vencer, podrán destruir a su iglesia. Confiemos, hermanos, en el crecimiento que Dios da a su iglesia. A nuestros ojos, la iglesia puede parecer débil y pequeña, pero a los ojos de Dios la iglesia es, de hecho, invencible, y demos a gracias a Dios, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús (2 Corintios 2:14).

 

Regresando a nuestro pasaje, en el 2 leemos que los hijos de los profetas decidieron ir al río Jordán. El pasaje no nos dice exactamente el lugar donde ellos se encontraban, pero al parecer era un lugar donde no podían encontrar madera para construir más casas donde vivir. Recordemos que los hijos de los profetas eran, muchos de ellos, hombres casados con sus mujeres y familia. Además, al estar dirigidos por el profeta Eliseo, seguramente necesitaban más espacio donde alojar a todas las familias y estudiantes que llegaban a recibir instrucción del profeta. En medio de la persecución, Dios hizo surgir un reavivamiento y un crecimiento de los fieles al pacto de Dios. Se fueron al río Jordán porque por las aguas del río, allí podían encontrar mucha madera para construir nuevas instalaciones. El profeta, nos dice el texto, estuvo de acuerdo con ellos. Al parecer, Eliseo decidió quedarse en el campamento y tal vez los alcanzaría una vez que ellos hubieran terminado la construcción. Pero el versículo 3 dice: Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él respondió: Yo iré. Creo que otro punto importante que no debemos perder de vista aquí es la posición y la función del profeta Eliseo. En la época del Antiguo Testamento, el Señor revelaba su voluntad y guiaba a su pueblo de una manera especial a través de hombres que Dios mismo había escogido. En todo el Antiguo Testamento tenemos ejemplo de esto; por ejemplo, Dios llamó a Abraham, Dios llamó a José, a Moisés, a David, a Elías, y en este caso, a Eliseo, para que por medio de ellos diera a conocer su voluntad a su iglesia acerca de cómo debían vivir.

 

Apartarse del hombre escogido por Dios era apartarse de Dios mismo, era rebelarse en contra de Dios. Y eso era lo que había pasado en Israel, tanto en el sur como en el norte: ellos habían rechazado y matado a los profetas que Dios les había enviado para hacerlos volver al pacto de Dios. No es que Samuel, o Elías, o Eliseo, eran súper profetas, sino que ellos eran fieles al mensaje que recibían de Dios para entregarlo al pueblo de Dios, sin importar los riegos, sin acomodarse a la cultura reinante que iba en contra de la voluntad de Dios, sin buscar complacer a políticos o reyes. Y pienso que esta es otra lección para nosotros el día de hoy: el pueblo de Dios será bendecido y aumentado siempre y cuando la iglesia tenga cuidado de los pastores que predican y enseñan la Palabra de Dios, para que lo hagan con fidelidad. Si en una iglesia se está predicando y enseñando fielmente la Palabra de Dios por medio de los oficiales de la iglesia, entonces debemos orar y apoyar a nuestros líderes para que permanezcan siempre fieles al mensaje de Dios que tenemos en la Biblia. Negativamente hablando, debemos rechazar a los líderes, a los pastores, a los predicadores (sin importar cuán inteligentes y elocuentes sean) que se alejan de la fidelidad al mensaje de Dios. Como hemos dicho, cuando se predique y enseñe fielmente el evangelio, no importa que vivamos en tiempos de odio y persecución de la iglesia, el pueblo de Dios se mantendrá firme y fiel, y crecerá incluso en número en medio del fuego de la prueba.

 

Pero, ¿qué sucedió mientras Eliseo se fue con los hijos de los profetas al Jordán y mientras estaban cortando árboles para obtener la madera que necesitaban para construir el nuevo campamento? 2 Reyes 6:5 dice: Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, Señor mío, era prestada! La economía en el tiempo de Joram rey de Israel, el cual era el rey que gobernaba durante el ministerio de Eliseo, estaba por los suelos. Los sirios constantemente atacaban a Israel dejando muerte y hambre por todos lados. No era fácil conseguir herramientas de construcción, y mucho menos hacer construcciones. Pero es muy alentador notar que en medio de la pobreza, en medio de la escasez, Dios siempre provee todo lo que necesitamos para suplir nuestras necesidades. Y el proyecto de construir un nuevo campamento donde se iba a preparar a hombres para el ministerio de la Palabra de Dios era un proyecto importante. Pero mientras se realizaba este trabajo, sucedió que a uno de los profetas se le cayó el cabo del hacha en el agua, es decir, al río Jordán. Este hombre se dirigió inmediatamente al profeta Eliseo por ayuda y le dijo que el hacha no era de él, sino que alguien más se la había prestada. Estos hombres no eran ricos, hermanos, eran de escasos recursos, pero confiaban en que Dios les iba a dar todo lo que necesitaban para realizar su ministerio.

 

En 6:6 leemos que el varón de Dios, el hombre de Dios, preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. Es interesante observar la solicitud del profeta Eliseo ante la necesidad del joven que perdió el cabo de su hacha. Al mismo tiempo es interesante observar que los jóvenes profetas sabían que en cualquier momento podían acudir a él. Y esa debe ser también la relación que debe existir entre hermanos y hermanas en Cristo. Cuando hay una necesidad, saber que mis pastores, mis ancianos, mis diáconos, y en general, toda mi iglesia, está solícita para ayudar es un gran aliento.

 

Ante el milagro realizado por Eliseo de hacer flotar el hierro del hacha, no debemos buscar explicaciones sobre cómo sucedió; sino que más bien, debemos aceptar que Dios, a través de su profeta, realizó un milagro en beneficio de su pueblo. Creo que ese es el punto relevante aquí: Dios está actuando, a través del profeta Eliseo, para que su pueblo del pacto no tenga que caer en deudas o pobreza. El Dios del pacto es siempre fiel a sus promesas, y no dejará que sus hijos e hijas caigan en grandes deudas o gran pobreza, sino que a través de medios que Él dispone, los ayudará a salir adelante. Es importante aquí que entendamos que cuando como iglesia, como el cuerpo de Cristo, estamos involucrados completamente en el servicio de Dios, y especialmente cuando lo hacemos con fidelidad al evangelio, el Señor siempre suplirá todas nuestras necesidades. Dice el rey David en el Salmo 37:25: Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan. Así es, hermanos, Dios es fiel a sus promesas, y una de ellas es que no nos dejará ni nos desamparará en los momentos más difíciles de la vida.

 

2 Reyes 6:7 dice: Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó. Nada ni nadie hará que se detenga la obra de Dios. El profeta Eliseo era el agente por medio del cual Dios estaba presente en medio de su pueblo, y por medio de quien, Dios estaba gobernando a su iglesia. En medio de las luchas, de la apostasía, de la escasez y del odio de sus enemigos, Dios preservó a su pueblo, y realizó grandes eventos milagrosos para fortalecerlos y hacerlos crecer.

 

Hermanos, en medio de nosotros está uno mayor que Eliseo, uno que incluso murió por nosotros para rescatarnos de todo el poder del diablo y darnos salvación eterna. Uno que era rico, pero que por amor a nosotros, se hizo pobre. Así lo dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 8:9: Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. En Cristo tenemos todo lo que necesitamos para vivir la vida cristiana; en Cristo, en primer lugar, tenemos el perdón de pecados y la vida eterna, pero también bendiciones materiales para servir a Dios. Nuestra situación no es la de Eliseo ni la de los hijos de los profetas, sino nuestra situación es mucho mejor: nuestro sumo profeta es el mismo Hijo de Dios quien nos capacita para que nosotros también demos testimonio del evangelio al mundo que nos rodea. En Cristo tenemos la fortaleza y la promesa de que su iglesia no será destruida por los ataques del mundo apóstata, y también de que Él hará crecer a su pueblo en medio de las situaciones más difíciles, y nos proveerá fielmente de todo lo que necesitamos para llevar a cabo la obra, el ministerio, que nos ha encomendado. Así como los hijos de los profetas confiaban en Eliseo, confiemos nosotros, y mucho más, en nuestro sumo profeta, el Señor Jesucristo. Amén.