Exposición de Apocalipsis 8:6-13 (se puede escuchar el sermón o ver todo el servicio)

Amados hermanos, el séptimo sello de Apocalipsis 8 introdujo el silencio que anunciaba la ira de Dios sobre los enemigos de la iglesia. Asimismo, nos presentó a siete ángeles con siete trompetas que al tocarlas iban a desencadenar una serie de juicios y castigos sobre los perseguidores del pueblo de Dios. Hoy nos corresponde meditar en las primeras cuatro trompetas. Antes de iniciar con el estudio de nuestro pasaje, es importante decir que estos juicios son un castigo para los enemigos del evangelio, pero al mismo tiempo son un consuelo y ánimo para los creyentes perseguidos, ya que con ellos aprendemos que Dios vengará la muerte de sus hijos e hijas, y eso demuestra que Dios odia el pecado, pero ama a sus elegidos. Dios no dejará sin castigo a los malvados y los creyentes recibirán por gracia la corona de la vida eterna, siendo librados de los juicios de Dios por la sangre del Cordero. Gloria a Dios por su justicia con la cual juzga a los malvados, pero por gracia recompensa a sus hijos con la vida eterna.

Ahora sí, entremos a meditar en las primeras cuatro trompetas y sus efectos en la tierra y en los moradores de la tierra. Lo primero que nos llama la atención es el hecho de que el v. 6 nos dice que “los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas”. Estas palabras denotan que los ángeles están listos para tocar las trompetas, es decir, están listos para ejecutar las órdenes que reciben de Dios. Recordemos que los ángeles son servidores de Dios que están delante de su presencia para llevar a cabo la voluntad de Dios. Por otro lado, en el Antiguo Testamento leemos que Dios dio a Moisés la orden de construir trompetas para diferentes propósitos. Esto significa que los ángeles han recibido de Dios estas trompetas para ejecutar las órdenes de Dios. Así pues, la imagen de los ángeles con las trompetas es una imagen de servicio inmediato a la voz de Dios.

Pero también es importante recordar que las trompetas van a introducir los juicios de Dios sobre los enemigos, lo cual indica que Dios, en efecto, no olvidará a su pueblo perseguido, sino que los vindicará por medio de enjuiciar y castigar a sus perseguidores. En este sentido, la imagen de los ángeles con trompetas comunica la idea de que los designios de Dios de castigar a los malvados están establecidos y, por ello, se cumplirán efectivamente y nada ni nadie se podrá interponer. Lo que Dios ha planeado, lo llevará a cabo. Esto era muy alentador para los cristianos que en ese tiempo sufrían a manos de sus enemigos, y lo es también para la iglesia de hoy y la iglesia del futuro: saber que Dios no olvida a su pueblo sufriente, sino que los recuerda y castiga a sus enemigos. Por otro lado, la visión de los ángeles dispuestos a tocar las trompetas del juicio indica que lo que Dios ha decretado, sucederá. El juicio está dispuesto y es solo cuestión de tiempo para que suceda. ¿Lo que Dios ha planeado quién lo frustrará? ¿Lo que Dios ha determinado quién lo impedirá? Esto nos recuerda que Dios no sólo amenaza con castigar, sino que de hecho castiga a los pecadores que no se arrepienten.

En segundo lugar, miramos a los cuatro ángeles tocando las trompetas y sus efectos. Del primer toque de trompeta dice el v. 7 que «hubo granizo y fuego mezclados con sangre». El fuego y el granizo nos recuerdan cuando Dios hizo llover azufre y fuego desde los cielos para destruir a Sodoma, Gomorra y las ciudades de alrededor que vivían de una manera pecaminosa e impía delante de Dios. Esta historia la podemos encontrar en Génesis 19. Así pues, el granizo y el fuego son imágenes tomadas del Antiguo Testamento que simbolizan el castigo de Dios sobre los malvados. Pero también leemos de granizo, fuego y sangre en las plagas que el Señor mandó sobre los egipcios que no querían dejar salir a los israelitas de Egipto. El pueblo de Israel, que era el pueblo de Dios, estaba sufriendo a manos de los egipcios y Dios los castigó con fuego, granizo y sangre. Esta historia la pueden encontrar en Éxodo 7-11.

Pero también del segundo toque de trompeta leemos sobre el fuego, y del tercer toque de trompeta leemos sobre una gran estrella que cayó y dañó la tercera parte de los ríos y las fuentes de las aguas, y del cuarto toque de trompeta leemos que hubo oscuridad ya que «fue herida la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas». La cuestión es que en cada toque de trompeta vemos un parecido con las plagas de Dios sobre los egipcios. Ya dijimos que hubo granizo, fuego, sangre, pero también las aguas del río Nilo fueron dañadas, y hubo oscuridad por tres días. Todo esto, una vez más, nos recuerda que el mismo de Dios del Antiguo Testamento que vengaba a su pueblo de sus enemigos, es el mismo Dios que vengará a su iglesia perseguida de sus enemigos. En toda la Biblia, pues, vemos que Dios interviene con juicio contra sus enemigos y a favor de su iglesia.

Si queremos entender los efectos de los toques de trompeta, primeramente, tenemos que entenderlos a la luz del Antiguo Testamento. Pero también el mismo Señor Jesucristo habló acerca del fin del mundo en Mateo 24 donde dice que en el fin del mundo los astros del cielo dejarán de brillar y habrá oscuridad. Y en Apocalipsis es el mismo Señor Jesucristo que están revelando estos juicios a su siervo Juan para beneficio de su iglesia perseguida. El Señor Jesucristo también habla de ángeles que tocarán trompetas. Así pues, una vez más queda confirmado que las trompetas entregadas por Dios a los ángeles simbolizan la actuación de Dios para vengar a su iglesia castigando a sus enemigos.

Otra cosa muy interesante que notamos en nuestro pasaje es que las primeras cuatro trompetas tocadas por los ángeles es solamente el «principio del juicio de Dios». Esto lo observamos del hecho de que en el v. 7 leemos que «la tercera parte de los árboles se quemó»; luego en el v. 9 leemos que «que murió la tercera parte de los seres vivientes en el mar», y lo mismo leemos en el v. 10, en el v. 11, y en el v. 12. La idea es que estos juicios son parciales, no completos, es decir, es solamente el comienzo del juicio final de Dios sobre la humanidad pecadora y rebelde. Los otros ángeles con trompetas introducirán los juicios que faltan para castigar a los enemigos del pueblo de Dios. Esta es la idea que comunica también el v. 13 cuando dice: «Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están por sonar».

El hecho de que los juicios de las primeras cuatro trompetas sean parciales indica, por un lado, la gravedad del juicio de Dios sobre los que no se arrepienten como también que el juicio total será completamente destructivo y nadie que no se refugie en la sangre preciosa de Cristo podrá ser librado. Este juicio también es un juicio amargo, de mucho dolor y angustia. Esta es la idea que comunica el v. 11 al decir que «el nombre de la estrella es Ajenjo». El ajenjo es una planta que se caracteriza por su mal sabor, por su sabor amargo y desagradable. Así será el juicio de Dios.

Por otro lado, los juicios de Dios son de gran consuelo y ánimo para la iglesia de Cristo, ya que el nombre de Dios será glorificado y su pueblo sufriente será reivindicado. Dios castiga a los malos y exalta a su pueblo que humildemente confía en Él.

Otro punto que me gustaría recalcar de nuestro pasaje es el hecho de que el juicio de Dios afecta también a la creación de Dios. Noten cómo comunican esta idea cada toque de trompeta: en el v. 7 el granizo y el fuego se quema la tercera parte de los arboles y de la hierba verde. En el v. 8 una tercera parte del mar se convierte en sangre. En el v. 10 quedan afectadas la tercera parte de los ríos y las fuentes de las aguas, y finalmente en el v. 12 una tercera parte de los astros celestes son afectados. Todo esto nos lleva a la conclusión de que por causa del pecado del hombre la creación también será dañada. Y esto a su vez nos recuerda las proporciones cósmicas del pecado, es decir, que el juicio de Dios no sólo afectará a la humanidad, sino también a la creación. Ya vemos esto anunciado en el huerto del Edén cuando nuestros primeros padres pecaron, porque en Génesis 3:17 Dios le dijo a Adán que la tierra sería maldita por su causa.

Asimismo, leemos en Romanos 8:19-21 que Dios sujetó a la creación a vanidad, es decir, a la esclavitud de corrupción por causa del pecado del hombre. Es triste pensar que el pecado del hombre afecta también a la creación de Dios, lo cual nos recuerda que nuestro pecado actual también conlleva consecuencias desastrosas para la naturaleza creada por Dios. Por ejemplo, vemos la tala desmedida de los bosques, la contaminación que mata la vegetación y muchos animales, el maltrato injustificado de animales, y muchas cosas más. Los cristianos debemos luchar para preservar en buen estado la naturaleza de Dios. Y lo hacemos cuando enseñamos a nuestros hijos a ser ordenados y limpios, cuando les enseñamos a no tirar basura en cualquier lugar o cuando les enseñamos a tratar bien a sus animalitos. Pero gracias a Dios que esta creación será libertada, dice el apóstol Pablo, de esta esclavitud de corrupción «a la libertad gloriosa de los hijos de Dios». Nuestro pasaje, entonces, nos muestra indirectamente que el juicio de Dios además de destruir a sus enemigos será para purificar a su creación y renovarla, ya que viviremos en cielos nuevos y tierra nueva.

Finalmente, me gustaría subrayar que estos juicios son obra directa de Dios. No son meras catástrofes o accidentes sobre el mundo y la humanidad, sino es la obra del Dios todopoderoso. Noten cómo lo dice el v. 6 cuando dice que el granizo y el fuego mezclados con sangre «fueron lanzados sobre la tierra». También el v. 8 comunica esta idea cuando dice que Juan vio en la visión «como una gran montaña ardiendo en fuego que fue precipitada en el mar». Al decir que fue «precipitada» tiene la idea de que fue echada o arrojada al mar por Dios. Estos juicios, entonces, son juicios de Dios. Él está directamente involucrado en castigar a la humanidad rebelde.

¿Quién podrá resistir al juicio de Dios? ¿Quién podrá mantenerse de pie ante el Dios de la ira y del juicio? Solamente los que han sido lavados en la sangre del Cordero, los que por la gracia divina han sido comprados a precio de sangre y han sido perdonados y salvados por toda la eternidad. Estos toques de trompetas son una seria amenaza para todos aquellos que se rebelan contra Dios. Nosotros por naturaleza somos rebeldes y a veces no le damos la importancia debida a las señales del juicio de Dios que envía de una u otra manera a la tierra. Además, leemos en la Palabra que sus juicios sin duda acontecerán. No seamos rebeldes a las advertencias del juicio de Dios, y sometámonos de corazón a la gracia y misericordia de Dios. Solamente así podremos ser librados del juicio y el castigo de Dios. Amén.

[Este sermón se predicó en la Iglesia Reformada Valle de Gracia el domingo 21 de marzo del 2021]