LA DEFENSA BÍBLICA DEL BAUTISMO DE NIÑOS

Wilhelmus á Brakel

 

Traductor: Valentín Alpuche

 

Pregunta: ¿Se debe y se tiene que bautizar a los niños que son miembros del pacto?

 

Respuesta: Los anabautistas, socinianos y brownistas responden negativamente, pero nosotros respondemos afirmativamente por las siguientes razones:

 

Primero: en el Antiguo Testamento los niños de los miembros del pacto tenían que ser circuncidados; por tanto, también tienen que ser bautizados en el Nuevo Testamento. La primera parte de esta declaración está fuera de controversia. El argumento para la conclusión (es decir, la segunda parte) es como sigue:

 

  • Ya que solamente hay uno y el mismo pacto en ambos testamentos, y este pacto idéntico también tiene que ver con los niños del Antiguo Testamento que estaban obligados a recibir el sello de la circuncisión, esto también es cierto en el Nuevo Testamento, y los niños, por lo tanto, tienen que ser bautizados.
  • El bautismo ha venido en lugar de la circuncisión; la señal externa ha cambiado, pero el sello es el mismo. “En él también fuisteis circuncidados…sepultados con él en el bautismo” (Col. 2:11-12). Del que es bautizado se dice que es circuncidado, ya que ambos pactos en esencia son uno y el mismo sacramento.
  • En ambos sacramentos se significa el mismo asunto, y el propósito es idéntico: limpiamiento por la sangre y el Espíritu de Cristo. Si los niños tenían que ser circuncidados entonces, también tienen que ser bautizados hoy.

 

Segundo: los niños fueron bautizados en el Antiguo Testamento: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar” (1 Cor. 10:1-2). Es irrefutable que todos sus hijos estaban incluidos aquí (Ex. 10:24). De una manera comparable a ser bautizado por inmersión en agua, todos ellos estuvieron en el mar, y el agua en la nube que siempre estaba por encima de ellos, los cubría. Este bautismo fue un sello de su liberación espiritual, habiendo escapado de las manos de Faraón por el agua del mar. Fueron cubiertos por la nube, y de esta manera protegidos en contra del calor del sol y el Señor Jesús estaba presente en esta nube (Ex. 14:24). Si los niños en ese entonces fueron bautizados como miembros del pacto, ellos también tienen que ser bautizados en el presente, ya que ellos son miembros ahora tanto como lo eran antes.

 

Tercero: los niños del pacto están en el pacto, y ellos por ende también tienen derecho a los sellos del pacto. Su inclusión en el pacto es evidente de Génesis 17:7: “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti”. Esto no solamente era cierto en el Antiguo sino también en el Nuevo Testamento, ya que los creyentes de entre los gentiles también son la simiente o descendencia de Abraham, y por ello están incluidos en ese pacto: “…para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia” (Rom. 4:11). Pedro también confirma esto: “Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra” (Hch. 3:25). Añádase a esto 1 Cor. 7:14 donde leemos: “…pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos”. Ellos no poseen santidad interna, como ha sido demostrado anteriormente; más bien, son llamados santos porque uno de los padres es creyente, por lo cual pertenecen al pacto. La santidad de tales niños es, por ende, una santidad pactal. Un pacto externo no existe, ya que solamente hay un pacto entre Dios y los creyentes: el pacto de gracia. Los niños de los miembros del pacto están, por lo tanto, en el pacto. En este sentido el Señor los llama sus hijos: “Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí… para que degollases también a mis hijos” (Ez. 16:20-21). Si ellos están en el pacto, también que recibir, sin duda alguna, el sello del pacto. Esto es evidente de Hechos 2:38-39, donde leemos: “…bautícese cada uno de vosotros…Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos”.

 

Cuarto: los niños son participantes de los beneficios del pacto, de los méritos de Cristo, de las promesas y de la salvación misma. “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mt. 19:14).  Estos no eran niños en el sentido espiritual de la palabra, caracterizados por la humildad, sino más bien niños que fueron llevados a Jesús, y que los otros los querían mantener alejados de él, ya que los consideraban muy insignificantes. El Señor Jesús los declara participantes del reino de los cielos, del cual uno no puede participar excepto a través de Cristo. Entonces, ¿quién se atreverá a excluir a esos niños del reino de los cielos que mueren en la infancia? Consideren también Hechos 2:39, donde leemos que la promesa es para sus hijos. Los que son participantes de las promesas del pacto también tienen derecho al sello del pacto y a sus promesas.

 

Objeción # 1: En ninguna parte se encuentra un mandato de bautizar a los niños.

 

Respuesta: (1) La Escritura ha sido dada a gente racional que sabe que se tiene que entender que todos los que son miembros del pacto están en el pacto, ya sea el esposo, la esposa o los hijos.

 

(2) También no está escrito: bautizar a un hombre, o a una mujer, ni son mencionados por nombre y apellido.

 

(3) Leemos en Génesis 17:12: “Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones”. En Hechos 2:38-39 leemos: “…bautícese cada uno de vosotros…Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos”.

 

Objeción # 2: Los niños no pueden beneficiarse de esto; no lo entienden, y frecuentemente lloran cuando son bautizados.

 

Respuesta: (1) Uno no tiene que ser más sabio que Dios quien así lo ha mandado.

 

(2) Cualquiera otra objeción sería también aplicable a la circuncisión de los niños.

 

(3) Los padres son consolados por el bautismo. Los obliga y estimula a ver a sus hijos como miembros del pacto y a criarlos como tales. Y cuando los niños llegan a los años de la discreción, ellos pueden obtener muchos beneficios de su bautismo tanto como las personas que se bautizan en edad adulta.

 

Objeción # 3: Cristo no fue bautizado sino hasta que cumplió 30 años; por lo tanto, nosotros también tenemos que esperar a ser bautizados hasta que los niños lleguen a la edad de la discreción.

 

Respuesta: (1) Tendríamos que concluir de esto que uno no puede bautizarse antes de los 30 años. Esto queda refutado por su propia práctica.

 

(2) La institución del bautismo no existía en ese tiempo.

 

(3) Cristo había sido circuncidado en su niñez.

 

Objeción # 4: Uno primero debe ser instruido, arrepentirse y creer antes de que se nos permita ser bautizados (cf. Mt. 28:19; Hch. 2:38: 8:37-38; Mc. 16:16).

Respuesta: (1) También está escrito: “…Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tes. 3:10). ¿Debemos, entonces, privar a los niños de la comida? ¿Quién no ve que en ambos casos la referencia es a los adultos?

 

(2) No debemos bautizar a ningún niño excepto a los que son miembros del pacto. Por lo tanto, los padres primero tienen que llegar a ser miembros del pacto, y en cuanto a ellos compete, tiene que preceder la instrucción, el arrepentimiento y la fe. Estos textos, por tanto, no van en contra del bautismo de niños que son miembros del pacto.