Y me seréis testigos

Hechos 1:6-8

 

Rev. Valentín Alpuche

 

Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad, pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:6-8).

 

Reuniéndose con Jesús, el Señor resucitado

 

Jesús está a punto de irse al cielo, pero antes de irse, lo vemos una vez reunido con sus discípulos. Esto es lo que dice Hechos 1:6: “Entonces los que se habían reunido…” Los verdaderos seguidores de Jesús solamente querían reunirse con Jesús después de su gloriosa resurrección. Habían constatado que Cristo Jesús estaba vivo cuando Cristo mismo se les apareció “con muchas pruebas indubitables, apareciéndoles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”.

 

Así es también con los verdaderos cristianos el día de hoy: anhelamos reunirnos con Jesús, y aunque sabemos que Jesús está con nosotros todos los días, su presencia la experimentamos y disfrutamos más cuando estamos congregados en su presencia en compañía de otros hermanos en la fe. Esto fue lo Jesús prometió a su iglesia en Mateo 18:20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Los cristianos también nos reunimos con Jesús en la iglesia porque sabemos que Él vive, que se levantó glorioso de la tumba “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, estos es, al diablo” (Hebreos 2:14).

 

La pregunta de los discípulos

 

Pero una realidad de los discípulos de Jesús, aun después de haber visto a Jesús resucitado, aun después de que (como dice Hechos 1:3) Jesús les había enseñado “acerca del reino de Dios”, es que ellos todavía tenían ideas anticuadas, contrarias a las enseñanzas del mismo Jesús. Por eso en Hechos 1:6 le preguntaron a Jesús: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” Le llamaron Señor correctamente, pero su pregunta significaba que habían entendido mal el reino de Dios, del cual Jesús les había hablado durante todo su ministerio, y especialmente durante cuarenta días, después de su resurrección.

 

A veces nos desesperamos porque vemos que muchos hermanos en la iglesia no comprenden bien las doctrinas de la fe cristiana, pero no debemos olvidar que los mismos discípulos mal entendieron al Maestro más grande de todos los tiempos. Mucha gente va a las iglesias hoy en día, como los discípulos se reunían para escuchar a Jesús, pero mucha gente (más de lo que nos imaginamos) no comprende ni siquiera las doctrinas esenciales de la salvación.

 

¿En qué consistía el error de los discípulos? Primero, el verbo restaurar muestra que ellos esperaban que Dios iba restaurar el antiguo reinado del rey David, y que estaban esperando un reino político y terrenal. Segundo, el nombre Israel muestra que ellos estaban esperando un reino nacional restringido al territorio de Israel, compuesto únicamente de judíos. Tercero, la expresión en este tiempo muestra que ellos esperaban que Jesús estableciera su reino político, terrenal y nacional inmediatamente. El problema con esta idea del reino es que no era el reino de Dios, sino la idea del reino que prevalecía entre la gran mayoría de los judíos del tiempo Jesús.

 

Era una idea en la que creían que el Mesías iba a destruir a sus enemigos, los expulsaría de Israel, y así ellos recobrarían su independencia total para restaurar el reino de David. Creían que el reino de Dios se iba a establecer por medio de la fuerza militar y política a través de Jesús, el Mesías. Querían traer el reino de Dios a la manera del mundo, y no a la manera de Dios mismo. Estaban comparando a Jesús con un caudillo, con un líder meramente nacional al servicio de los ideales terrenales de los judíos. Pero hermanos a Jesús no se le debe comparar con nadie más porque él es completamente diferente a todos los líderes que han existido en la historia de la humanidad. No debemos imaginarnos el reino de Dios según nuestra propia mente, sino según la mente de Jesús.

 

La respuesta de Jesús

 

¿Cómo respondió Jesús a sus discípulos confundidos y desorientados? Dice Hechos 1:7: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad”. La respuesta de Jesús no revela enojo o frustración. De la misma manera, nosotros también no debemos enojarnos o frustrarnos cuando vemos que muchos en la iglesia todavía no entienden el evangelio correctamente. La respuesta de Jesús sí revela firmeza al corregirlos cuando les dice: “no les toca a ustedes saber los tiempos o las sazones”. Jesús les recuerda que el establecimiento del reino de Dios no es cosa de los hombres, que no debemos andar indagando el tiempo en que Dios va a establecer su reino definitivamente, o que no debemos empezar a inventar fechas para la segunda venida de Jesús. Esto solo le compete a Dios. Por eso Jesús dijo: eso el Padre lo ha puesta en su sola potestad, es decir, solo el Padre sabe cuándo y cómo eso sucederá; el fin del mundo solo está bajo la jurisdicción del Padre, bajo su conocimiento y competencia.

 

Esta respuesta amorosa, pero firme de Jesús, es también una exhortación para nosotros el día de hoy. Es bien fácil querer hacer avanzar el reino de Dios según nuestras propias ideas, técnicas o estrategias. A menudo oímos decir: mira cómo funcionan los restaurantes famosos para atraer a mucha gente. Hagamos lo mismo. O: estudia las técnicas de venta de las grandes empresas, cómo llaman la atención de la gente. Hagamos lo mismo. Al pensar así hermanos caemos bajo la exhortación de Jesús de que no debemos pensar que por nuestros propios métodos vamos a hacer crecer a la iglesia, o vamos a ser más productivos.

 

Ahora bien, Jesús no dejó sin recursos ni estrategias a su iglesia. No. Todo lo contrario, en Hechos 1:8 les dice exactamente lo que necesitan para llevar a cabo su tarea de evangelización mundial: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Analicemos esta maravillosa instrucción de Jesús.

 

Primero Jesús les dice: “Pero recibiréis poder. No debemos pasar por alto la fuente del poder del cristiano. El cristiano para llevar a cabo su tarea no debe pensar que lo puede hacer con su propio poder. Esa es la tentación que todos tenemos. Nos gusta pensar que con nuestra inteligencia o capacidad o recursos, podemos hacer crecer a la iglesia. Pero Jesús dice: “Pero recibirán poder”. Es decir, el poder del cristiano le es dado, lo recibe de alguien más, no lo produce él mismo. Ese poder viene de Dios, no es político, ni terrenal, ni humano. ¿En qué consiste entonces el poder de la iglesia? En el Espíritu Santo mismo. Dice Jesús: “el Espíritu Santo vendrá sobre ustedes”. Es decir, no hay nada que puedan hacer para hacer venir al Espíritu, sino que el Espíritu mismo decide venir a vivir y a capacitar a la iglesia para su labor. Este aspecto de la obra del Espíritu es muy importante de entender porque denota que el Espíritu Santo es enviado y viene por sí mismo al creyente; no lo podemos manipular, no podemos controlar al Espíritu Santo.

 

Una vez recibido el poder de Dios, que es el Espíritu Santo, entonces los discípulos quedan preparados y capacitados para llevar a cabo su obra, que en realidad es realidad es la obra de Dios. Por eso dice Jesús, como resultado de la venida del Espíritu: “y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. El trabajo de los discípulos de Jesús no era ser grandes políticos o reyes de naciones, sino ser testigos de Jesús. Ser testigos de Jesús es el resultado del poder del Espíritu Santo actuando en el creyente. El creyente está para ser testigo de Jesús.

 

¿Pero qué significa ser testigos de Jesús? Vivir como Jesús vivió, seguir su ejemplo en la vida diaria, hablar y transmitir a los que nos rodean las enseñanzas de Jesús. No mutilar su enseñanza, sino comunicarla íntegra y completamente, incluso aquello que no nos guste. Un testigo sabe algo y habla de ello. Los cristianos somos testigos porque conocemos a Jesús y hablamos de él. ¿Pero cómo lo conocemos? Lo conocemos por medio de la Biblia. En la Biblia encontramos la vida y obra de Jesús, y allí debemos recurrir todo el tiempo para conocer a Jesús más y más. Además el Espíritu Santo nos guía por medio de la Biblia para conocer a Jesús, y así ser sus verdaderos testigos. Por eso dice Jesús en Juan 15:26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo voy a enviar del padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”. Sí hermanos, el Espíritu nos guía llevándonos más y más a Jesús. ¿Y cómo conocemos a Jesús? Por medio de la Biblia.

 

Ahora bien, Jesús termina diciendo: “y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Los cristianos, al recibir el Espíritu Santo, no pueden hacer otra cosa que empezar a dar testimonio de Jesús, a hablar de Jesús, a comunicar con sus acciones y palabras quién es Jesús. ¿Estás buscando una señal de ser bautizado con el Espíritu Santo? Entonces empieza a dar testimonio de Jesús. No te dejes impresionar por otras cosas; lo más impresionante para el creyente es ser testigo diario de Jesús en acciones y palabras.

 

¿Pero dónde podemos dar testimonio de Jesús? Jesús lo dijo así: “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Es decir, en todas partes, en cualquier momento que Dios te dé y con quien estés. Ruega a Dios para que él siempre te dé oportunidades de dar testimonio de Jesús. Recuerda: dar testimonio Jesús es con palabras, pero también con nuestra forma de vida. Que Dios nos ayude para ser testigos de Jesús todos los días de nuestra vida.

 

Conclusión

 

Como conclusión: preocupémonos por conocer más a Jesús y su mensaje mediante una lectura seria de la Palabra de Dios. No olvidemos que el reino de Dios no puede construirse ni se le puede hacer avanzar según nuestras propias ideas, y que cada cristiano es bautizado con el Espíritu Santo para ser testigo de Jesús. El Espíritu Santo, que es Dios mismo, es quien capacita y equipa a su iglesia para la tarea de evangelización mundial. Amén.