(Predicado en la Iglesia Reformada Valle de Gracia el 1 de marzo del 2020. Grabación disponible.)

Hechos 9:32-43

El Señor Jesús hace crecer a su iglesia con dos milagros.

Introducción

Amados hermanos, la iglesia apostólica instituida y establecida por el Señor Jesucristo, es una iglesia que experimenta el poder todopoderoso de su Señor y Salvador. Nunca la iglesia verdadera de Jesucristo ha existido sin la presencia poderosa del Cristo vivo y poderoso. Nosotros, por la gracia de Dios, somos sostenidos y fortalecidos por el mismo Jesucristo, por medio de la operación poderosa del Espíritu Santo quien nos instruye y capacita a través de la Palabra de Dios. ¡Qué hermoso saber que la iglesia siempre cuenta con la presencia del Hijo eterno de Dios, quien es su Cabeza, su Líder y su Salvador! Nuestro pasaje de hoy, Hechos 9:32-43, nos muestra de una manera especial la presencia poderosa del Señor Jesucristo en su iglesia en un tiempo que sus enemigos querían destruirla. Veamos cómo el Señor Jesús está presente y actúa con poder para el bien de su iglesia.

La curación de Eneas (9:32-35)

Lucas, después de hablarnos de la conversión y ministerio inicial del apóstol Pablo, ahora introduce otra vez al apóstol Pedro. Recordemos que Saulo es el instrumento escogido para llevar el evangelio a los gentiles, fuera de Israel. Y estos dos milagros del Señor Jesús también tienen como propósito final la preparación de llevar el mensaje a los gentiles. Pero primero veamos qué sucedió en Lida.

El v. 32 nos dice que el apóstol Pedro estaba visitando a todos. ¡Qué hermosa imagen tenemos aquí del apóstol Pedro! Un apóstol que era también un pastor, ya que se preocupaba por las congregaciones cristianas, y quería llevarles una palabra de enseñanza y de consuelo, de ánimo y fortaleza. Pedro había aprendido esto del Señor Jesucristo. La iglesia, nos dice Pablo en Efesios 2:20, tiene como fundamento a los apóstoles y profetas, es decir, la enseñanza y la práctica que ellos nos dejaron en la Biblia. Una enseñanza práctica apostólica aquí es la visitación de los líderes a la congregación. Pedro, como apóstol, tenía una gran responsabilidad pastoral de visitar a las congregaciones. No solamente enseñaba sino que mantenía comunión estrecha con los hermanos de la iglesia.

Visitaba a todos. Esto significa que Pedro decidió visitar a las congregaciones cristianas fuera de Jerusalén. Para esto tenía que viajar, ya sea a caballo o a pie, recorrer muchas millas o kilómetros para llegar a los diferentes lugares. Lida estaba cerca de la costa del Mar Mediterráneo entre Jope y Jerusalén. Allí fue a visitar también a los santos, dice Lucas, es decir, a los que el Espíritu Santo había apartado del mundo y consagrado a Dios, a los convertidos, a los creyentes y discípulos del Señor.

Estando allí, nos dice Lucas, encontró durante sus visitas a un hombre que se llamaba Eneas. Este Eneas estaba paralítico, y su parálisis era grave ya que estaba en cama desde hacía ocho años. No sabemos nada más de Eneas pero la descripción de Lucas sugiere que era un hombre adulto, tal vez con familia, y de repente quedó paralítico. No sabemos si tuvo alguna enfermedad que lo paralizó, o si tuvo un terrible accidente. Pero sí sabemos que estaba confinado a su cama. Asimismo, la forma en que Lucas lo presenta da a entender que los habitantes de Lida podían identificar fácilmente a Eneas, y sabían que por ocho años nadie había podido ayudarlo.

¿Qué sucedió? Lucas dice que Pedro habló a Eneas. La forma en que Pedro habla a Eneas es muy importante, ya que Pedro estaba completamente seguro de lo que le dijo, y confiaba que iba a suceder. Pedro confiaba plenamente en el poder de Jesús. Le dijo: “Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama”. Noten bien que las palabras de Pedro dejan muy claro que no era Pedro el que sanaba a Eneas, sino Jesucristo. Pedro solamente era el instrumento de Jesús para hacer milagros. Pedro sabía que él no tenía ningún poder para sanar a Eneas, pero sí sabía que Jesucristo lo podía hacer. En Hechos 3:12, después de sanar también al cojo que se sentaba en la puerta del Templo que se llamaba la Hermosa, Pedro dejó muy claro que él no tenía poder ni piedad para sanar al cojo. Aquí vemos lo mismo. El que hace milagros es Jesucristo, no Pedro. El poder y la autoridad son de Cristo, no de Pedro.

Por otro lado, noten que la forma en que Pedro habla de Jesucristo da a entender que Jesucristo está vivo. “Jesucristo te sana” indica que Pedro está completamente seguro de que Jesús está vivo. Amados hermanos, Jesucristo no está muerto, sino que está vivo, y mejor aún, Él está actuando poderosamente en su iglesia, Él sana a Eneas. El milagro se efectuó inmediatamente, ya que Pedro también le dijo que se levantara y arreglara su cama en la que había estado acostado. Lucas dice que Eneas en seguida se levantó. La orden de sanidad es una orden poderosísima. Nadie se puede oponer ni resistir al poder del Cristo vivo y todopoderoso, y por eso Eneas se levantó en seguida. ¡El Cristo vivo continúa manifestándose en medio de su iglesia!

Esto causó un tremendo impacto en todos los que habitaban en la ciudad de Lida. Porque dice Lucas que “todos los que habitaban en Lida…se convirtieron al Señor”. Lida no era una ciudad muy grande, así que toda la gente podía confirmar que Eneas verdaderamente era paralítico y nadie había podido sanarlo. Es más, ellos sabían que no tenía esperanza de curación. Por esa razón, su curación causó un gran impacto, ya que solamente Dios podía sanarlo. Al ver esto, mucha gente creyó en el Señor Jesucristo. Esa es la idea de la expresión “todos”, es decir, mucha gente. Pero al mismo tiempo, observen que Lucas dice que no solamente los de Lida se convirtieron, sino “todos los que habitaban en Sarón”. Sarón era un nombre para una región, no para una ciudad o pueblo, y se refiere a una llanura. Comprendía muchos pueblos de alrededor, por lo que este milagro de sanidad trascendió la ciudad de Lida y llegó a conocerse en toda una región donde muchos se convirtieron.

Por otro lado, la pregunta que surge es: ¿cómo se enteraron los que vivían fuera de Lida? ¿Se convirtieron a quién? ¿En quién llegaron a creer y confiar? Esto presupone que el apóstol Pedro se quedó varios días allí y se dedicó a visitar las regiones de alrededor y les explicaba a la gente que el que había sanado a Eneas era el Señor Jesucristo. Además tuvo que haberles hablado de quien era Jesucristo y lo que había hecho para salvar a los que creen en Él. Les enseñó el evangelio.

Así que, la curación de Eneas hermanos, no fue un fin en sí mismo, sino que Dios lo usó para convertir a muchos. Esto significa que los milagros son señales que nos dirigen a Cristo. El propósito del milagro es que nosotros vayamos a Cristo, que aprendamos de Él, que confiemos en Él. Los milagros tienen en su centro a Cristo mismo.

Dorcas es resucitada (9:36-43)

El evangelio, hermanos, siguió divulgándose en toda esa región de la llanura de Sarón, hasta que llegó a Jope. Deben recordar que Felipe, el diácono y evangelista, evangelizó toda esa zona hasta que llegó a Cesarea (8:40). Así que es probable que varias iglesias de esa región, tal vez la iglesia en Lida y en Jope, las haya fundado Felipe. Decimos esto porque el siguiente milagro sucedió en una ciudad costera que se llamaba Jope. Por eso dice Lucas que “había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que quiere decir Dorcas” (9:36). Jope era también una ciudad muy antigua, tan antigua que ya existía en el tiempo del profeta Jonás, porque él cuando huyó del mandato de Dios para predicar en Nínive, fue a Jope donde tomó un barco que se lo llevó a Tarsis para irse lejos de la presencia de Dios.

Cuando Lucas dice que “había entonces en Jope”, es una expresión que hace referencia  a la estancia Pedro en Lida. O sea que el apóstol Pedro se quedó un tiempo en Lida después de la curación de Eneas. Seguramente los hermanos le rogaron que se quedara para enseñar y predicar el evangelio a los nuevos convertidos. También es posible que los hermanos de Jope ya se habían enterado de que Pedro estaba en Lida y que por medio de él, Jesucristo había sanado a Eneas. Bueno en Jope vivía una discípula de Jesús, una seguidora de Jesús. Nuevamente, esta designación es importante porque sugiere que Tabita, primero que todo, era una mujer que confiaba en Jesús solamente para su salvación y que le encantaba aprender mucho de Jesús. Dios quiera que nuestras hermanas sean así también: mujeres que amen a Jesús y lo demuestren estudiando y aprendiendo más sobre nuestro Salvador.

Bueno, Tabita era su nombre arameo, pero su nombre griego era Dorcas. Ambos nombre significan “gacela”, una venadita. Además de discípula de Jesús, Tabita, dice Lucas, “abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía”. ¡Qué hermosa descripción de Dorcas! Indica que era una mujer cristiana que, porque amaba a Jesús, amaba a sus hermanos en Cristo también, especialmente a las viudas como dice el versículo 39. Hermanos, un verdadero discípulo de Jesucristo será uno que ayude a sus hermanos en Cristo. Pondrá en práctica lo que aprende de Jesús. Particularmente, Dorcas es un ejemplo que cada una de las hermanas debe imitar. Ella hacía muchas obras buenas y daba mucha ayuda económica a los pobres, pero todo esto lo hacía no para ganar su salvación sino como un fruto o resultado de su fe.

Bueno, Lucas dice que Tabita repentinamente se enfermó muy grave porque murió. No sabemos de qué se enfermó, pero fue grave y fatal, ya que en esos días que Pedro estaba en Lida, falleció. La costumbre de los judíos era lavar el cuerpo para velarla. Así que la subieron a un sala que estaba en el segundo piso (9:37). Esa es la idea de la expresión: “la pusieron en una sala”. Noten que por la forma en que Lucas relata este evento deducimos que Tabita estaba “bien muerta”, o sea realmente murió y no fingió estar muerta o que se haya desmayado y justo cuando Pedro la visitó, ella reaccionó. Lucas primeramente dice que se enfermó y murió. O sea la gente pudo constatar que Dorcas estaba bien, luego enfermó gravemente y murió. Segundo, dice que la lavaron y la empezaron a velar. Dos cosas que tienen el propósito de dejar muy claro que Tabita estaba muerta de verdad.

Entonces los discípulos de Jesús, oyeron que Pedro estaba en Lida, y como estaba cerca de Jope, pues enviaron a dos hermanos para rogarle que los visitara lo más pronto posible. (9:38). Pedro no dudó en ir con ellos, hermanos. Se fueron caminando o a caballo, porque vehículos modernos no existían todavía. La pregunta que surge es: ¿Por qué los discípulos de Jope le pidieron a Pedro que fuera a ver a la muerta Tabita? ¿Para consolarlos o para que la resucitara? Es muy probable que Felipe, el evangelista, al evangelizarlos les hubiera comentado que el Señor Jesucristo sanó y resucitó a personas durante su ministerio terrenal y que el Señor hizo muchos milagros por medio del apóstol Pedro también. Seguramente les comentó cómo el Señor Jesús sanó al cojo del Templo por medio de Pedro. También cómo Ananías y Safira murieron inmediatamente cuando Pedro los reprendió por su pecado. Y además Hechos 5:15 dice que la gente “sacaba a los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos”. Y finalmente es muy probable que ya se hubieran enterado de la curación de Eneas en Lida. Podemos decir con cierto grado de confianza que los discípulos de Jope esperaban que el Señor Jesucristo resucitará a Tabita.

La cuestión es que el apóstol Pedro llegó a Jope, y al entrar a la casa de Tabita, lo llevaron a la sala donde la estaban velando. Allí todas las viudas lo rodearon, llorando y mostrando la ropa que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. Dorcas era mujer muy ingeniosa hermanos. Abundaba en buenas obras, daba limosnas y confeccionaba túnicas y vestidos. Ella era la diseñadora de Jope, pero no buscaba hacerse rica sino quería servir a los necesitados.

Bueno, el apóstol Pedro sacó a todos de la sala donde estaban velando a Dorcas. Observen lo que hace Pedro. Al sacar a todos, se puso de rodillas y oró. Esta oración confirma que Pedro no tenía en sí mismo ningún poder para hacer algo por Dorcas, mucho menos regresarla a la vida. Se somete al Señor Jesús y espera una respuesta de Él. Pedro recibe una respuesta a su oración y entonces se dirige al cuerpo muerto de Tabita. Le dijo: “Tabita, levántate”. Una vez cuando Jesús resucitó a un jovencito hijo de una viuda, también le dijo: “Levántate” (Lucas 7:14). También cuando en otra ocasión resucitó a una niña, le dijo: “Levántate” (Lucas 8:54). Y vemos que Pedro también dice las mismas palabras a Tabita: “Levántate”. Todo esto apunta a que Pedro no estaba actuando con base en su propio nombre, poder o autoridad, sino en el nombre, poder y autoridad del Señor Jesucristo. Inmediatamente Dorcas abrió los ojos, y al ver a Pedro se puso de pie. Una vez más vemos el poder del Señor Jesucristo manifestándose en su iglesia. Por eso es que al libro de Hechos, muchos prefieren llamarlo: Los Hechos de Jesucristo a través de su apóstoles”.

Pedro la levantó y la presentó viva a todos los santos y a las viudas. ¡Qué gran consuelo para ellos! Dios resucita a una mujer para que continuara con su ministerio de ayudar a los pobres hermanos. Al igual que con la curación de Eneas en Lida, la resucitación de Tabita fue tan notoria en toda Jope que muchos creyeron en el Señor. Una vez más, vemos que el milagro no es un fin en sí mismo, sino que apunta a Cristo. El Señor Jesucristo realizaba los milagros a través de Pedro para que la gente creyera en Él. No creyeron en Pedro, sino en Jesús. El Espíritu Santo poderosamente actuaba convirtiendo a muchos.

Al igual que en Lida, Pedro decidió quedarse muchos días en Jope, “en casa de su tocayo, de un cierto Simón, curtidor”. Un curtidor era un hombre que trabaja con pieles de animales para convertirlas en cuero, en cuero que se podía usar para ropa, zapatos y otras cosas. Pero como trataba con animales muertos, un curtidor era despreciado y excluido por los judíos. Nadie quería convivir con él para que no los contaminara. El hecho de que Pedro se hospedó en casa del curtidor es una señal como entre líneas, de que el evangelio rompe barreras de condición social, razas, idiomas e incluye dentro de su seno a todos los que de corazón se convierten al Señor. ¡Qué feliz habrá estado el curtidor de que el apóstol Pedro se hospedara mucho tiempo en su casa!

Conclusión Amados hermanos, de este pasaje aprendemos que el Señor Jesucristo por medio de su apóstol, Pedro, actúa poderosamente sanando y devolviendo la vida para hacer crecer a su iglesia. Durante este tiempo la persecución había parado, y la iglesia siguió creciendo. El Espíritu Santo convertía a mucha gente, y preparaba a la iglesia para arrancar con su misión mundial de llevar el evangelio a los gentiles. El Cristo de poder actúa en su iglesia para fortalecerla y aumentarla. Y estamos seguros que nuestro Señor sigue actuando en medio de nosotros también para hacer crecer a su pueblo. Solamente seamos fieles a Dios, dependamos siempre de Él y vivamos en obediencia y confianza en Él. Amén.

Estudios anteriores de Hechos 9: