Hechos 9:20-25

Predicado en la Iglesia Reformada Valle de Gracia el 9 de febrero del 2020: la grabación se encuentra en: https://www.sermonaudio.com/sermoninfo.asp?SID=21020532428055

Introducción

Amados hermanos, Saulo el gran perseguidor de los discípulos del Señor ha sido convertido ahora en un discípulo del Señor. Ahora Saulo es uno de los santos del Señor, un hermano en la fe. Además, el Señor por medio de Ananías lo ha equipado y autorizado oficialmente para su nueva misión de llevar el nombre de Cristo a los gentiles. Hechos 9:19 dice al final que Saulo estuvo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. Su compañía y comunión ahora era con sus hermanos en Cristo. ¡Qué gran cambio en Saulo! El cambio operado por el Señor Jesucristo. Veamos ahora qué sucedió con Saulo en su estancia en Damasco y en compañía de los cristianos.

En seguida predicaba a Cristo (9:20)

Leamos el v. 20. Con seguridad, Ananías presentó a Saulo ante la comunidad de cristianos en Damasco. Lo han aceptado como un hermano en Cristo, y ahora Saulo sin más demora, empieza a predicar a Cristo. La conversión, hermanos, significa un cambio radical en la vida del creyente. Antes odiaba el evangelio, ahora lo ama. Antes hablaba en contra del evangelio, ahora lo promueve. Antes se oponía al evangelio, ahora lo defiende. Este cambio radical impulsa al creyente a compartir el evangelio con otras personas. Esto es lo que vemos en Saulo. Inmediatamente se pone a predicar a Cristo.

Noten que el contenido de su predicación es Cristo. Esto quiere decir que su predicación estaba centrada en Cristo. La verdadera predicación, hermanos, está centrada en Cristo. Y esto Saulo no lo hizo sólo al principio de su apostolado sino durante todo su apostolado. Por eso dijo a los corintios: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste Crucificado” (1 Corintios 2:2). Desde el principio hasta el final de su ministerio apostólico, Saulo siempre honró a Cristo en toda su predicación y enseñanza.

Observen que Saulo empezó a predicar en las sinagogas, es decir, en los templos judíos. Aunque era el apóstol de los gentiles, eso no impedía que predicara a los judíos, a los de su raza. Además el Señor dijo Ananías que Saulo era su instrumento escogido para “llevar su nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (9:15). El Señor Jesús también acostumbraba a predicar en las sinagogas. Y los maestros judíos también acostumbraban a viajar por las sinagogas para enseñar. Así que Saulo empieza su predicación entre sus paisanos, y sabiamente usó esta práctica común entre los judíos de predicar en las sinagogas.

¿Qué predicaba de Cristo? El v. 20 al final dice que Saulo decía “que Cristo era el Hijo de Dios”. Es decir, Jesús no era solamente un hombre, sino el Hijo eterno de Dios, de la misma naturaleza que Dios, o sea, Dios mismo. Esto significa, hermanos, que el Cristo en quien creemos y predicamos no es un ser humano entre muchos más, como muchas personas creen en otros seres humanos, sino nuestro Salvador es Dios mismo.

La respuesta de los judíos ante la predicación de Saulo (9:21-22)

Saulo empezó a predicar en las sinagogas, lo cual quiere decir que sus primeros oyentes eran judíos no cristianos, es decir, judíos que ya lo conocían o habían escuchado de él, acerca de su celo y odio hacia los seguidores de Jesús. Por eso los que le oían, estaban atónitos, sorprendidos, ya que no podían creer ese cambio tan radical en Saulo. En esto aprendemos una vez más que la verdadera conversión al evangelio es tan completa que cambiamos de rumbo, de propósito, y hacemos lo contrario de lo que hacíamos antes. Por eso es que la conversión verdadera es una obra exclusiva de Dios.

La gente decía: “¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban el nombre de Jesús, y a eso vino acá, para llevarlos presos antes los principales sacerdotes?” Las palabras de la gente indican cómo era Saulo antes: se dedicaba a perseguir a los que invocaban el nombre de Jesús. Es decir, a los que creían y confiaba en Jesús de corazón, los que se reunían y alababan y oraban a Jesús. Los que se identificaban con Jesús aunque sufrieran el odio de gente como Saulo. Saulo los asolaba, es decir, los destruía, no tenía piedad ni misericordia de ellos. Los arrestaba, los encadenaba y los llevaba presos a los principales sacerdotes. ¿Cómo es posible que ahora esté haciendo todo lo contrario? ¿Qué ha pasado con él?

Piensen en los cristianos también. Seguramente ellos también estaban atónitos, no podían creer que Saulo era su hermano en la fe y sin temor predicaba a Cristo en las sinagogas. Seguramente estaban felices también. Estaban gozosos de ver que el Señor Jesús era poderoso para cambiar hasta el peor de los pecadores. No hay nadie tan endurecido que no pueda ser transformado por el poder de Cristo. Él es la única esperanza para los pecadores, y por eso Saulo en seguida se puso a predicarlo a los judíos.

Lucas nos dice que Saulo además de predicar, “confundía a los judíos, demostrando que Jesús era el Cristo” (9:22). Notemos primero cómo lo hacía. El v. 22 dice primeramente que Saulo “mucho más se esforzaba”. Otra forma de leer esta frase es: “mucho más se fortalecía”, es decir, crecía en conocimiento del evangelio, se esforzaba en conocer más y más acerca del evangelio para comunicarlo con precisión. Segundo, dice Lucas que “confundía” a los judíos de Damasco, porque “demostraba” que Jesús era el Cristo. Es decir, los judíos no creyentes de Damasco no creían que Jesús era el Mesías, el Ungido de Dios, al que Dios llenó de su Espíritu Santo, y lo envió para ser el Salvador del mundo. Ellos todavía seguían esperando al Mesías, al Cristo; pero Saulo les decía que Jesús era el Cristo, que Jesús era el cumplimiento de todas las profecías del Antiguo Testamento, las profecías que hablaban de la llegada de un Mesías poderoso que los salvaría.

Lucas dice que Saulo “demostraba”. Esto significa que Saulo conocía bien el Antiguo Testamento, y usando los libros del Antiguo Testamento, las profecías, y muchos pasajes de los salmos, de la ley, de los profetas, les mostraba que Jesús era ese Cristo prometido. Así pues, aprendemos de aquí, hermanos, que una manera eficaz de mostrar que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías ungido, el Salvador del mundo es conociendo bien el Antiguo Testamento, ya que el Antiguo Testamento habla de Cristo. Y ahora que tenemos el Nuevo Testamento, debemos conocerlo bien para que comparando el Nuevo Testamento con el Antiguo, podamos mostrar la gloria de Cristo como Mesías, como Señor y Salvador. La forma más eficaz de mostrar que Jesús es el Salvador del mundo es comparando la Escritura con la Escritura. Leamos con esmero la Palabra de Dios, hermanos, Antiguo y Nuevo Testamento, para conocer mejor a nuestro Señor Jesús.

Al igual que con Esteban, quien estaba lleno de la sabiduría del Espíritu Santo, Saulo también había sido llenado de esa sabiduría; y así como los enemigos de Esteban no podían contradecir su enseñanza, también vemos que los judíos de Damasco no podían demostrarle a Saulo que estaba equivocado. Nadie podía resistir a la enseñanza y defensa del evangelio llevada a cabo con la sabiduría del Espíritu.

Saulo huye de Damasco (9:23-25)

La gente no-cristiana que rechaza el evangelio, responde ante la presentación de muchas maneras, pero hay una forma, un patrón de respuesta que observamos especialmente en Hechos. Por ejemplo, los judíos no-creyentes al principio escucharon la predicación de Esteban, luego discutían con él, y al ver que no podían resistir a su sabiduría o que no podían ganarle, recurrieron a la violencia.

Aquí vemos la misma respuesta hermanos. Después de muchos días, nos dice Lucas, “los judíos resolvieron en consejo matar” a Saulo. Ellos veían el progreso del evangelio en Damasco, especialmente por medio de la predicación y evangelización de Saulo, y como no podían contra él, se reunieron y llegaron a la conclusión de que lo mejor era matarlo. Seguramente sabían cómo habían actuado sus paisanos en Jerusalén, al matar a Esteban. Así que hicieron lo mismo. Hermanos, mucha gente el día de hoy piensa que el evangelio debe presentarse de tal manera que los enemigos no se enojen. Claro que al hacer esto, uno necesariamente tiene que cambiar el evangelio, tergiversarlo, enchuecarlo, ya que el verdadero evangelio correctamente presentado va a producir el enojo de la gente. Uno solamente tiene que ser fiel en predicar el evangelio, y Dios incluso en medio de los peligros y el odio de la gente, hará prosperar a su iglesia. No temamos, sino seamos fieles a Dios.

El v. 24 dice que las asechanzas de los judíos para matar a Saulo “llegaron a conocimiento de Saulo”. Esta es una manera judía de hablar que da a entender que Dios hizo que esta conspiración de muerte, llegara a conocimiento de Saulo. Dios estaba cuidando a su iglesia, y a su apóstol. No era el tiempo designado por Dios para que muriera, y lo libró de la muerte. Noten que Lucas dice que los enemigos de Saulo vigilaban las puertas de día y de noche para matarle. Es decir, los enemigos del evangelio ponen todo su empeño en destruir a los seguidores de Jesús, se levantan con todos sus recursos y conspiran para destruir la iglesia. Pero ellos, como Saulo, están persiguiendo a Jesús mismo y nadie podrá derrotar al Señor resucitado y glorioso. Él cuida y protege a su iglesia. Y nosotros podemos confiar que la iglesia es invencible porque su Salvador es invencible. Dios se ríe de los planes del mundo, y protege a su iglesia para que siga predicando el evangelio.

Entonces los discípulos por la noche bajaron a Saulo por el muro, descolgándole en una canasta. Los discípulos que antes temían a Saulo, y Saulo que antes los quería destruir, ahora actúan juntos para el progreso del evangelio.

Conclusión Amados hermanos, la predicación del evangelio a los gentiles ya ha iniciado oficialmente con el instrumento escogido de Cristo, el apóstol Pablo. Nada ni nadie podrá frustrar los planes de Dios. El Salvador de los creyentes es el mismo Hijo eterno de Dios. No es tan sólo otro ser humano, sino Dios mismo. Lo encontramos revelado en el Antiguo Testamento, y debemos conocer bien la Palabra de Dios para conocer más a Cristo. Al igual que Saulo, la predicación de la iglesia debe estar centrada en Cristo. Cuando prediquemos fielmente al Señor Jesús, aunque los enemigos se levanten, Dios librará a su pueblo. Amén.