Autor: Dr. Cornelis P. Venema

Traductor: Valentín Alpuche

El Quinto Punto Principal de los Cánones trata el tópico de la perseverancia de los santos. En ninguna otra parte el consuelo y aliento pastoral de la doctrina de la elección llega a ser más obvio que en este punto.

Para establecer el escenario de su enseñanza sobre la perseverancia de los santos, los Cánones empiezan con varios artículos que sobriamente retratan la lucha con el pecado restante, lucha que pertenece a la vida cristiana. Aunque los creyentes son liberados por el Espíritu de regeneración del “reino y esclavitud del pecado”, no encuentran una victoria completa de la carne y el pecado. Hasta que los creyentes sean perfeccionados en santidad por el Espíritu de Cristo, ellos continuarán pecando diariamente y no cumplirán con la obediencia perfecta que se requiere de ellos en la ley de Dios (Art. 2). De esta manera, a los creyentes se les enseña continuamente a reconocer humildemente sus debilidades, a refugiarse en Cristo para el perdón, a mortificar la carne y buscar crecer en santidad orando en el Espíritu Santo y esforzándose hacia la meta de la perfección. A los creyentes también se les recuerda que dependen completamente de la preservación misericordiosa de Dios por la cual Él misericordiosamente los fortalece “en la gracia una vez conferida sobre ellos” y poderosamente los preserva en esta gracia hasta el fin. Sin la misericordia firme de Dios, los creyentes no serán capaces de permanecer de pie ni siquiera por un momento.  

El tema principal de los Cánones es recordar a los creyentes que su habilidad de perseverar depende de la preservación misericordiosa de Dios sobre ellos. Dios, quien en su inescrutable misericordia los escogió en Cristo para salvación, no fallará en realizar su propósito de gracia hacia ellos. Ni los dejará sin la ayuda de su Espíritu que habita en ellos, el mismo Espíritu quien a través de la Palabra del evangelio eficazmente los llamó a la fe en, y en compañerismo con, Cristo.  

“Así que no es por sus propios méritos o fortaleza sino por la misericordia inmerecida de Dios que ellos ni abandonan la fe y la gracia totalmente ni permanecen en sus caídas hasta el fin y se pierden. Con respecto a ellos mismos, esto no solo podría fácilmente suceder, sino que también indudablemente sucedería; pero con respecto a Dios, no puede suceder de ninguna manera, ya que su plan no puede ser cambiado, su promesa no puede fallar, el llamado de acuerdo a su propósito no puede ser revocado, el mérito de Cristo como también su intercesión y preservación no pueden ser nulificados, y el sello del Espíritu Santo no puede ni ser invalidado ni destruido” (Art. 8).

Todos los temas principales de la enseñanza de los Cánones con respecto a la elección incondicional de Dios en Cristo son repetidos en este artículo. La certeza de la perseverancia de los santos encuentra su fundamento seguro en los propósitos del Dios Trino: Dios el Padre en su decisión eterna e inmutable de salvarlos en Cristo; Dios el Hijo en su obra como Mediador, expiando sus pecados y adquiriendo para ellos todos los beneficios de su obra salvífica; y Dios el Espíritu Santo quien actúa eficazmente a través de la Palabra para concederles perseverancia en la fe y el arrepentimiento. La doctrina de la elección incondicional une inseparablemente tanto la gloria de Dios como el Autor de la salvación y el consuelo de su pueblo como los beneficiarios de su obra salvífica.

Mientras que reconocen que los creyentes son asegurados de su preservación “de acuerdo a la medida de su fe”, los Cánones insisten en que ellos “pueden y de hechos llegan a estar asegurados…que ellos son y siempre permanecerán miembros verdaderos y vivientes de la iglesia, y que ellos tiene el perdón de pecados y vida eterna” (Art. 9). Tal seguridad no brota de “alguna revelación privada más allá o fuera de la Palabra” de Dios (Art. 10). Más bien, está basada en las ricas promesas del evangelio, el testimonio del Espíritu en nuestros corazones, y los frutos de la obra del Espíritu, a saber, la fe y la búsqueda de las buenas obras. Sobre la base de estas consideraciones, los creyentes tienen un “consuelo bien fundado de que la victoria será suya” y una “garantía confiable de la gloria eterna”. Los creyentes crecen en seguridad a través de los medios ordinarios que Dios ha designado para salvar a su pueblo (la Palabra y los Sacramentos). Por lo tanto, los Cánones concluyen encomiando la seguridad de la preservación como una enseñanza amada por la novia de Cristo, estimada como un tesoro invaluable, y como destinada a atribuir toda la gloria en la salvación a Dios solamente. ¡Qué importante recordatorio es esto para todos los ministros del evangelio! Su privilegio es llevar el gozoso mensaje del evangelio de la salvación, declarando el amor firme del Dios Trino hacia aquellos a quienes Él salva y preserva hasta el fin (Hebreos 7:25). Los ministros no vienen con las demandas de la ley –“haz esto, y continúa haciéndolo, para que vivas”. No, ellos vienen con una Palabra de promesa del evangelio –“Dios lo ha hecho, y te preservará hasta el fin”.

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